LA SOCIEDAD CIVIL PIDE
TERAPIA INTENSIVA AL SISTEMA DE SALUD
*El sistema de salud excluye, discrimina y no
garantiza atención con calidad para prevenir ni curar las enfermedades y
mientras haya distinción entre derechohabientes y no derechohabientes será
imposible garantizar la salud como un derecho
La
pandemia del Covid-19 desnudó el deterioro del sistema público de salud en
México acumulado por décadas. La emergencia sacó a la luz fallas estructurales
derivadas de la segmentación entre quienes tienen y no tienen acceso a
servicios de salud de la seguridad social.
También
mostró la acumulación reciente de rezagos y corrupción que afectan el abasto de
medicamentos, la falta de equipamiento de hospitales y el uso de contratos de
honorarios para personal de salud, entre tantas otras.
Por
lo que una vez pasada esta emergencia, será indispensable enviar el sistema de
salud a “terapia intensiva” para un proceso largo de recuperación hasta que se
logre la cobertura universal de salud con calidad y equidad, como un derecho de
todas las personas, y no como una prestación derivada del trabajo; así como
convertir a la salud en la prioridad nacional número 1 para garantizarle la
inversión que requiere; como dos aprendizajes surgidos de esta pandemia.
Los
problemas de calidad de la atención del sistema público de salud salieron a
relucir, en múltiples aspectos, en especial, por el abandono a las acciones de
prevención y promoción de la salud para detener la obesidad y las enfermedades
crónico degenerativas asociadas y por la incapacidad de garantizar tratamientos
adecuados y oportunos ante enfermedades totalmente curables y controlables,
como la diabetes mellitus, la hipertensión e incluso algunos de los cánceres
más comunes, que representan las tres principales causas de mortalidad en
nuestro país.
Más
allá de las discusiones sobre el manejo de los datos y el enfoque de las
medidas de contención de la pandemia, urge reconocer que la letalidad por Covid
que padece nuestro país, está directamente vinculada con la alta prevalencia de
enfermedades crónicas, que son las “comorbilidades” (obesidad, diabetes,
hipertensión), que agravan a quienes se contagian del virus. Padecimientos para
los cuales el sistema público de salud no garantiza prevención, detección
oportuna del riesgo, tratamiento oportuno en las primeras fases y que son en
las causas número 1 y 2 de mortalidad en
general y de muertes evitables, antes del Covid-19.
Como
muestras que alertan la gravedad de la situación, que justifica la necesidad de
una transformación a fondo del sistema de salud, podemos señalar:
°°°20 millones de personas
carecen de afiliación a cualquier servicio de salud (16%).
°°°Seis de cada 10 personas
ocupadas carecen de acceso a servicios de salud por su trabajo. Son en total 34
millones de personas que trabajan en la “informalidad” y precariedad.
°°°En zonas de alto rezago
social y regiones indígenas, las unidades del IMSS-Bienestar ofrecen un
“paquete de atención” mínimo, muy por debajo del catálogo que incluía el “seguro
popular” y sobretodo, mucho menor que el ofrecido en el IMSS y la seguridad
social.
°°°El gasto público por persona
para población con seguridad social es 40% mayor que el asignado a población
sin seguridad social.
°°°Sólo la mitad de quienes
acuden a los servicios públicos de salud reciben atención preventiva.
°°°La mitad de los casos de
diabetes mellitus no están diagnosticados oportunamente. Y para quienes ya han
sido diagnosticados, sólo la mitad recibe el seguimiento básico posterior con
medición de hemoglobina en sangre (52%).
°°°Diversos estudios en años
recientes, muestran serios problemas de abasto de medicamentos en las unidades
de salud, recetas surtidas de manera incompleta y posposición por meses de
estudios especializados (como las tomografías) y las cirugías programables.
°°°La permanencia del gasto
privado de bolsillo de las personas que tienen que aportar una parte de los
insumos, de los estudios o de los medicamentos requeridos para su tratamiento y
que representa casi la mitad del gasto total en salud (48.5%).
CORRUPCION
Y NEGLIGENCIA
Lo
más grave es que este deterioro se acompaña de innumerables muestras de
corrupción y negligencia de las autoridades del sistema público de salud.
Compras de insumos y medicinas con sobreprecio, hospitales sin equipamiento y
el escándalo de la contratación de personal de salud sin afiliación a servicios
de salud (abusando de los contratos por “honorarios”), práctica que se asemeja
al outsourcing abusivo.
El
conjunto de intereses políticos, sindicales y empresariales que han capturado
al sistema de salud impiden el cumplimiento de su función, pese al esfuerzo y
dedicación del personal médico, de enfermería y técnico que en esta emergencia
ha demostrado una vez más su profesionalismo y su heroísmo y que incluso está
pagando con su vida, de manera desproporcionada e inaceptable, su servicio
público a la salud, en un sistema deteriorado que por momentos no pudo ni
ofrecerles el instrumental e insumos básicos de protección frente al virus.
Ante
estas realidades, que son solo una muestra que requiere analizarse con mayor
atención, desde la sociedad civil se impulsa una propuesta de transformación de
gran calado, que permita construir un sistema de cobertura universal, con
calidad y equidad.
Un
sistema público de salud centrado en la persona y que cumpla con el enfoque con
los principios del enfoque de derechos previsto en el artículo 1º: universal y
progresivo; así como en los criterios de accesibilidad sin condiciones y
asequibilidad sin relación con la capacidad de pago o status económico o
laboral.
El
diálogo realizado con la doctora Rosario Cárdenas, académica de la UAM, experta
en demografía y población, y con el doctoe Pedro Saturno, investigador del
Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), experto en evaluación y promoción
de la calidad de la salud, permiten nutrir el debate público para la
construcción del plan de transición que permita convertir la salud en un
derecho (y no nada más en una especie de prestación vinculada al régimen
laboral). Y esperamos permita avanzar en convertir la inversión en el sistema
público de salud como la prioridad nacional número uno.
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