jueves, 24 de octubre de 2024

 

EL CAMBIO DE HABITOS AMENAZA A LAS

MUJERES RURALES CON CANCER DE MAMA

 


*Este es una de las principales causas de muerte en mujeres, las brechas entre las zonas urbanas y rurales solo agravan el problema

 

 

En las comunidades rurales de México, la falta de acceso a servicios médicos básicos, los cambios en la alimentación que han aumentado el consumo de productos procesados y la resistencia cultural hacia la medicina preventiva, crean un terreno desafiante para combatir enfermedades como el cáncer de mama.

En estas zonas, donde las clínicas están a kilómetros de distancia y los usos y costumbres tienden a priorizar otros asuntos por encima de la salud preventiva, la detección temprana del cáncer de mama se convierte en un lujo inaccesible para muchas mujeres.

Reducir el riesgo de cáncer de mama con tan sólo cuatro hábitos es el objetivo de la campaña “Venzamos al cáncer de mama” creada por el Comité de Médicos por una Medicina Responsable (PCRM por sus siglas en inglés), quienes recientemente realizaron una activación en Acatzingo, Puebla invitando a los ciudadanos a vencer esta enfermedad incluyendo cuatro hábitos que impactan positivamente en la reducción de riesgo de padecer cáncer: elegir alimentos de origen vegetal (vegetales, frutas, cereales integrales y frijoles), hacer ejercicio, limitar el consumo de alcohol y mantener un peso saludable.

La prevención del cáncer de mama no depende sólo de la medicina. La investigación del Instituto Americano de Investigación de Cáncer revela que hasta un 40% del riesgo de padecer esta enfermedad está vinculado a la alimentación.

Las comunidades rurales, donde muchas veces prevalece una dieta basada en productos de origen vegetal, pueden beneficiarse de esta correlación, ya que numerosos estudios han demostrado que este tipo de alimentación ofrece mayor protección contra el cáncer en comparación con otros planes dietéticos. No obstante, es necesario que esta información llegue de manera efectiva a estas mujeres y que se les capacite sobre cómo optimizar su dieta para reducir riesgos.

En algunas comunidades rurales, el acceso limitado a la educación, especialmente en temas de salud, ha perpetuado la idea de que la prevención es innecesaria o incluso sospechosa además de que el acceso a tratamientos es muy limitado.

 

                   DESIGUALDAD SOCIAL

 

De acuerdo con los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante 2022 se reportaron 23,790 casos nuevos entre la población femenina de más de veinte años.

El cáncer de mama no sólo es una cuestión de salud pública, sino también un reflejo de la desigualdad social y económica que enfrentan las mujeres en las comunidades rurales. Además, el impacto del cáncer en estas mujeres tiene consecuencias devastadoras para sus familias, ya que suelen ser las principales cuidadoras.

Para Ginny Martínez, educadora en nutrición, instructora certificada del programa "Comer para vivir" del Comité de Médicos por una Medicina Responsable y sobreviviente de cáncer de ovario “Vencer el cáncer es posible, la educación en nutrición es la clave. Todas podemos mejorar nuestra alimentación y cambiar nuestros hábitos. El conocimiento salva vidas”.

En este evento la Dra. Ilian Santoyo y la Nutrióloga Leslie Muñoz compartieron sus propias historias de recuperación de salud a través de cambios de estilo de vida, entre ellos cambiar a una Alimentación basada en Plantas. La Radióloga Dra. Laura Esther González especialista en mama, compartió información muy valiosa para hacer conciencia del autocuidado.

La solución a esta problemática requiere un enfoque integral, que no solo contemple la mejora de la infraestructura médica en áreas rurales, sino también la educación y la sensibilización sobre la importancia de la prevención. Es fundamental trabajar de la mano con líderes comunitarios para retomar el estilo de vida saludable que prevalecía en estas zonas disminuyendo el consumo de alimentos procesados.

El cáncer de mama es una de las principales causas de muerte en mujeres, las brechas entre las zonas urbanas y rurales solo agravan el problema. Para que la prevención llegue verdaderamente a todas, es imprescindible que las políticas públicas sean inclusivas y que se privilegie la educación, la concientización y el regreso a hábitos más saludables.

 

 

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