¿UN DISCO HERNIADO ESTARIA
CAUSANDO
TU DOLOR DE CUELLO O
ESPALDA?
Recoges
un paquete en la puerta de tu casa y te sorprende lo pesado que está, pero aun
así logras cargarlo. Lo siguiente que notas es que ese dolor sordo en la parte
baja de tu espalda se convierte de pronto en un dolor agudo que recorre la
parte trasera de tu pierna.
¿Podría
tratarse de un disco herniado?: “El dolor de disco suele ser consecuencia
del desgaste gradual y relacionado con la edad, algo que se conoce como
degeneración del disco”, explica el Dr. Karl Vega-Lelkes, cirujano ortopédico
de columna en el Hospital Houston Methodist. “Es común que un disco se hernie
en la región lumbar o baja de la espalda, pero también puede ocurrir en el
cuello. Los discos torácicos —los que están a la mitad de la espalda— casi
nunca se ven afectados”.
¿Cuáles
son los síntomas de un disco herniado?: La columna vertebral está formada
por vértebras separadas por discos más suaves, parecidos a cojines. Un disco se
considera herniado cuando ese material blando se desliza fuera de la columna
vertebral y presiona los nervios espinales, lo que causa dolor. Estos discos
funcionan como amortiguadores, pero cuando se dañan, pueden aparecer síntomas.
Algunos
síntomas comunes de un disco herniado incluyen:
Dolor en el brazo, la pierna o la parte baja
de la espalda, dependiendo de la ubicación del disco afectado, que puede
irradiar desde el glúteo hasta el pie o desde el hombro hasta el brazo.
Entumecimiento u hormigueo en la extremidad
que está conectada al nervio que el disco está presionando. Debilidad muscular
relacionada con el nervio afectado, lo que puede hacer que tropieces o tengas
dificultad para cargar o sostener objetos.
Dolor en el cuello o en la parte baja de la
espalda que empeora con actividades como agacharte o levantar peso.
Dolor
que se intensifica al estornudar o toser.
¿Cuáles
son los factores de riesgo para tener un disco herniado?: Un disco herniado
puede aparecer por muchas razones, pero hay factores que aumentan el riesgo.
Entre ellos están:
Edad: la degeneración de los discos es parte
natural del envejecimiento, por eso es más común en personas de mediana edad o
mayores.
Genética: si en tu familia hay antecedentes
de problemas de disco, es más probable que tú también los tengas.
Técnica inadecuada al levantar: cargar
objetos pesados sin la postura adecuada ejerce presión extra en la columna y
eleva el riesgo.
Inactividad: pasar mucho tiempo sentado o no
hacer ejercicio regularmente debilita los músculos y reduce la estabilidad de
la columna.
Ocupación: trabajos que implican levantar,
jalar, doblarse o girar de forma repetitiva pueden afectar la columna y
facilitar la hernia de disco.
Peso: tener sobrepeso pone más tensión en la
columna, especialmente en la parte baja de la espalda, lo que aumenta las
probabilidades de tener problemas de disco.
¿Cómo
se trata un disco herniado?: “El tratamiento depende de tu salud general,
tu edad, tu nivel de actividad y la intensidad de los síntomas. Al principio,
se puede recomendar un breve descanso y medicamentos para el dolor, como
antiinflamatorios o analgésicos. Después de eso, es común iniciar terapia
física”, explica el Dr. Vega-Lelkes del Hospital Houston Methodist.
Tomando
en cuenta tu condición y tu historial médico, los fisioterapeutas pueden
combinar ejercicios con algunas de estas opciones de tratamiento:
Uso de collarín o faja para el cuello o la
espalda baja
Estimulación eléctrica
Aplicación de calor o frío
Tracción (una técnica que busca alinear las
vértebras y mantenerlas en su sitio)
Exámenes físicos regulares para monitorear
tu progreso
A
medida que el dolor mejora, los fisioterapeutas te enseñarán ejercicios para
fortalecer el abdomen y los músculos de soporte, con el objetivo de evitar que
vuelva a suceder. En la mayoría de los casos, los síntomas mejoran dentro del
primer mes con tratamiento no quirúrgico.
“Si
la terapia física no alivia los síntomas, las inyecciones de esteroides pueden
ayudar a controlar el dolor”, añade el Dr. Vega-Lelkes.
Estas
inyecciones se aplican en el consultorio médico y ayudan a reducir la
inflamación en la médula espinal o en el disco herniado para aliviar las
molestias. Tu médico puede usar rayos X, tomografía computarizada o fluoroscopía
para localizar con precisión la zona afectada.
¿Cuándo
se necesita cirugía para reparar un disco herniado?: “Si los síntomas no
mejoran con otros tratamientos, puede ser necesario recurrir a la cirugía”,
añade el especialista en columna.
Tu
médico podría recomendar una operación en columna si:
Los síntomas no han mejorado después de seis
semanas de tratamiento conservador.
Un fragmento del disco está presionando un
nervio dentro del canal espinal y causa debilidad progresiva.
Tienes dificultades para hacer actividades
cotidianas básicas como estar de pie o caminar.
La parte externa del disco se ha roto.
En
la mayoría de los casos, el cirujano sólo extrae la parte que sobresale del
disco. En casos poco frecuentes, se debe retirar todo el disco y unir las
vértebras con placas o tornillos metálicos para estabilizar la columna. También
puede haber opción de implantar un disco artificial. Si existe daño nervioso o
se presenta el síndrome de cauda equina, es vital intervenir quirúrgicamente cuanto
antes.
¿En
qué consiste la recuperación tras un disco herniado?: La recuperación suele
incluir evitar levantar objetos pesados, hacer ejercicio regularmente y
mantener un peso saludable para prevenir que vuelva a ocurrir. Los analgésicos
de venta libre, como el ibuprofeno o cualquier otro antiinflamatorio, ayudan a
controlar el dolor y bajar la inflamación. También podría recomendarse un breve
periodo de reposo en cama para reducir la presión sobre la zona afectada y dar
tiempo al cuerpo de sanar.
Es
fundamental estar al tanto de tus síntomas durante el proceso de recuperación.
Si el dolor empeora a pesar del reposo y los medicamentos, o si aparecen nuevos
síntomas, consulta a tu médico de inmediato. Un plan integral de recuperación
que incluya fisioterapia, ejercicios de estiramiento y técnicas correctas de
movimiento puede reducir significativamente el riesgo de una nueva lesión y
ayudarte a recuperar tu calidad de vida.

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