domingo, 19 de marzo de 2017


DIA MUNDIAL DEL SUEÑO; DORMIR PROFUNDAMENTE NUTRE LA VIDA


*El objetivo es informar a la sociedad la importancia del bien dormir y disminuir los trastornos del sueño, mediante la prevención y tratamiento oportuno


En el marco del Día Mundial del sueño, organizado por la Asociación Mundial de Medicina del Sueño (WASM) que se celebra 17 de marzo, el lema es: "Dormir profundamente nutre la vida”, la relevancia del bien dormir, así como de la existencia de múltiples trastornos de sueño que afectan a millones de personas en todo el mundo y que estos tienen solución”, señaló el doctor Reyes Haro Valencia, director del Instituto Mexicano de Medicina Integral del Sueño.
Añadió que es fundamental crear conciencia acerca de las repercusiones de los trastornos de sueño no sólo en la población adulta, sino también en niños.
El especialista remarcó la importancia de dar a conocer las alteraciones de sueño más frecuentes a nivel mundial como el insomnio, la somnolencia diurna, parasomnias o cosas raras que suceden al dormir como el sonambulismo, terrores nocturnos, hablar u orinar dormido, así como los trastornos del ritmo circadiano que están en aumento en adolescentes y adultos jóvenes por exposición excesiva a las nuevas tecnologías en informática.
Existen alrededor de cien trastornos de sueño, la mayoría de las personas que padecen de mal dormir, desconocen las consecuencias que esto ocasiona y que los trastornos son tratables por los especialistas en medicina del sueño.
Los datos epidemiológicos varían en cada país, en el caso de México, de acuerdo a un estudio reciente que comparó la prevalencia de trastornos de sueño en cuatro grandes ciudades de Latinoamérica se reporta que el ronquido está presente en el 62% de hombres y en el 50% de las mujeres, en tanto que el insomnio afecta al 42% de las mujeres y al 26% de hombres.
El sueño profundo es uno de los tres pilares de la salud, junto con una dieta equilibrada y el ejercicio regular. Las personas que logran sueño profundo y continuo presentan las tasas más bajas de hipertensión arterial, diabetes, obesidad y otros padecimientos crónicos. Por el contrario, cuando se duerme mal, la salud se ve afectada. La falta de sueño y la mala salud disminuyen la calidad de vida y el estado de ánimo.
Existen tres elementos fundamentales para lograr una buena calidad de sueño a fin de amanecer descansado, motivado y alerta para un desempeño adecuado durante el día: la duración que en adultos debe ser en promedio de 8 horas diarias; la continuidad, es decir, el dormir debe ocurrir sin interrupciones y la profundidad, soñar es un indicador de que se ha llegado al sueño profundo.

HIGIENE DEL SUEÑO

Otro tema relevante es la higiene del sueño, que consiste de una serie de hábitos que favorecen los tres elementos mencionados para el bien dormir. Adquirir estos hábitos tiene por objeto mantener o restablecer el sueño de manera natural, refrescante y saludable y son un apoyo fundamental para prevenir y en su caso controlar los trastornos de sueño.
Algunas condiciones ambientales, como la temperatura, ruido, luz, recámara confortable, así como los dispositivos electrónicos pueden modificar el sueño y por lo tanto juegan un papel significativo en la capacidad de conseguir el sueño adecuado y con ello, lograr un bienestar general.
De igual manera se debe conocer que respirar regularmente durante el sueño es fundamental para el bienestar y la salud. La frecuente interrupción de la respiración durante el sueño es un trastorno generalizado y común que se llama apnea del sueño, está relacionado con el ronquido y en el mundo afecta, aproximadamente, a 20% de los hombres y el 10% de las mujeres en edad media y avanzada. Las clínicas de sueño ofrecen los procedimientos de diagnóstico y tratamiento para el control de la apnea del sueño.
El sueño profundo también facilita la preservación de la salud mental. Las alteraciones del sueño son un factor de riesgo para los trastornos mentales, como la depresión y la ansiedad.
 La mala calidad del sueño afecta el estado de alerta y las funciones cognitivas como la atención, concentración, memoria, con la consecuente disminución de la productividad académica y laboral, al tiempo que aumenta el riesgo de accidentes de tránsito, domésticos y de trabajo.



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