¿CÓMO EMPODERAR
EMOCIONALMENTE A LAS NIÑAS DESDE EL HOGAR?
*El resultado es tener a niñas seguras de sí
mismas, capaces de sacar provecho a todas sus potencialidades y muy alertas al
peligro y a posibles escenarios de discriminación
Hace
un poco más de 20 años era común ver una clara separación entre niñas y niños
en los patios escolares. Era muy poco frecuente que jugaran juntos y que
estuvieran incluidos todos en las fiestas de cumpleaños. Mucho más raro era que
un niño visitará la casa de una niña para pasar una tarde de juegos.
Hasta
antes de la llegada de la pandemia, en muchos colegios y hogares mexicanos
estas barreras prácticamente habían desaparecido; es decir, niñas y niños
realizaban las mismas actividades, por ejemplo, lúdicas y deportivas, mientras
que la convivencia era a la par tanto dentro, como fuera de sus escuelas.
“Es
un avance porque implica que las niñas están caminando a la par de los varones
que ya ni si quiera se cuestionan por qué ellos están jugando con muñecas o ellas
futbol. Es parte integral de la vida.
Este pequeño ejemplo es un paso enorme porque estas niñas (y los niños)
deberán crecer en igualdad de condiciones, ya sin cuestionarse si uno u otro
tendrá las mismas oportunidades, porque son iguales, son inconscientemente
incluyentes, lo tienen ya grabado desde la infancia”, sostiene la doctora
Claudia Sotelo Arias.
Aunque
estos escenarios no son tan frecuentes como deberían serlo (se presentan en
primarias privadas y algunas públicas o cuyo modelo educativo es activo y en
los colegios Montessori), es una manera de empoderar emocionalmente a las niñas
que eventualmente podrían enfrentar escenarios de violencia y discriminación:
“Dotar de recursos emocionales a las niñas y vivir en ambientes familiares
incluyentes, generará mujeres que podrán explotar sus talentos y capacidades al
máximo y con una salud mental plena, no obstante los entornos sociales y
laborales a los que se enfrentarán”, dijo.
Con
base en información de la clínica CEEPI, la doctora Sotelo Arias dio a conocer
las características de las familias que están empoderando emocionalmente a sus
hijas, aún sin ser conscientes de ello:
Sus
padres son totalmente incluyentes. Nunca se cuestionan el género ni los roles.
Ven a sus hijas como personas completas
e integrarles y les brindan recursos afectivos para que tengan éxito en las
actividades que emprendan, sin importan a lo que se vayan a dedicar y cuál sean
sus preferencias o pasatiempos.
IGUALDAD EN NIÑOS Y NIÑAS
Si
perciben algún tipo de discriminación hacia sus hijas suelen reaccionar con
mucha determinación y coraje. No vislumbran un mundo con diferencias entre unos
y otras.
Claro
que enseñan a sus hijas a cuidarse de situaciones de peligro o posibles
escenarios de abuso sexual, al igual que lo hacen con los varones.
Estas
niñas gozan de ensuciarse en el lodo y en la tierra cuando van al parque,
porque sus padres saben que esa es una parte fundamental de la infancia.
Refuerzan
su autocuidado y su autoconcepto sin hacer una diferencia entre ellas y ellos.
Están
conscientes de los riesgos de inseguridad que existen en México, que igualmente
aplica para niñas y niños; sin embargo,
no por eso les inculcan una visión temerosa de la vida. Al contrario, son
padres realistas pero con una visión positiva en todos los sentidos.
En
las casa, los roles y actividades se reparte sin importar el género: cocinar,
lavar ropa, hacer el quehacer; mamá y papá son el primer ejemplo de ello.
No
hay juegos de niños y de niñas. Todos están incluidos, si quieren participar,
todos están invitados.
Las
niñas siempre son escuchadas. Desde que nacieron tienen voz y voto, aunque
siempre hay respeto y disciplina tanto con sus padres como con sus hermanos y
viceversa.
Son
familias que funcionan armónicamente con relación a los afectos, los valores,
las responsabilidades, las expectativas, y en el cumplimiento de sus
obligaciones. En estos hogares la comunicación fluye de forma constante y
natural.
Para
concluir, la Dra. Claudia Sotelo Arias explicó que el cambio que se está
presentando en algunas familias mexicanas se ha dado de manera gradual; sin
embargo, precisó que es necesario fomentarlo para evitar la cultura del
machismo: “y sólo puede darse si participan las familias, los colegios y la
sociedad en general. Eso sí, una sociedad incluyente necesariamente debe
basarse en familias incluyentes que propaguen oportunidades para todos. Con
certeza esto erradicaría en gran medida el flagelo de la violencia de género en
el país”.
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