Marzo 8: Día Internacional de la Mujer
SALUD FEMENINA DE LA CABEZA
A LOS PIES
La
salud de la mujer cambia con la edad, y mantenerla —o incluso mejorarla— puede
lograrse con acciones sencillas en cualquier etapa de la vida. A veces, las múltiples
responsabilidades, como el trabajo, la crianza de los hijos, el hogar o el
cuidado de familiares mayores, pueden hacer que nos desviemos del camino del
autocuidado. Pero siempre es un buen momento para retomar hábitos saludables y
priorizar nuestro bienestar.
Mantente
al día con tus vacunas: Las vacunas no son sólo para los niños pequeños.
Mantenerse al día con las vacunas rutinarias es una forma de cuidar nuestra
salud a medida que envejecemos. Las vacunas ayudan a proteger contra enfermedades
en gran medida prevenibles y a evitar su propagación. Algunas de las vacunas
comunes que podrías necesitar incluyen:
• Vacuna contra el COVID-19
• Vacuna contra la hepatitis B
• Vacuna contra el virus del papiloma
humano (VPH)
• Vacuna
contra el sarampión, las paperas y la rubéola (MMR)
• Vacuna contra la enfermedad
meningocócica (MenB)
• Vacuna contra la influenza (gripe)
• Vacuna contra el virus respiratorio
sincitial (VRS)
• Vacuna contra el tétanos, la difteria
y la tos ferina (Tdap)
• Vacuna contra la varicela
• Vacuna contra el herpes zóster
(culebrilla)
"Las
mujeres deben mantenerse al día con sus vacunas, sin importar su edad",
dice la Dra. Ashley Drews, especialista en enfermedades infecciosas del
Hospital Houston Methodist. "Un médico de atención primaria puede
recomendar el esquema de vacunación adecuado según la edad y otros factores de
riesgo, incluyendo la vacuna anual contra la gripe".
Conoce
tus riesgos y hazte chequeos de cáncer: Los exámenes de detección de cáncer
son esenciales para la salud de la mujer. Pueden ayudar a identificar células
precancerosas, tumores o pólipos en sus primeras etapas, a menudo antes de que
aparezcan síntomas, cuando son más fáciles de tratar. Una vez que los síntomas
aparecen, el cáncer puede haber crecido o haberse diseminado, lo que hace que
el tratamiento sea más difícil.
El
momento en el que debes comenzar los chequeos de cáncer depende de tu edad y de
los antecedentes familiares. Por ejemplo, si tu madre o abuela tuvieron cáncer
de mama, es posible que necesites tu primera mamografía antes de los 40 años.
Lo mismo ocurre con la colonoscopía: si un familiar de primer grado tuvo cáncer
colorrectal, podrías necesitar una evaluación antes de los 45 años.
Según
la Dra. Drews, los tres principales tipos de cáncer que causan la mayor
cantidad de muertes en mujeres en EE.UU. son el cáncer de pulmón, mama y
colorrectal.
Algunos
exámenes de detección de cáncer que debes considerar incluyen:
•
Cáncer de cuello uterino: La prueba de Papanicolaou (Pap) se usa para detectar
el cáncer de cuello uterino. Se recomienda para mujeres entre 21 y 65 años. La
frecuencia con la que necesitas una prueba dependerá de tu edad, historial
médico y los resultados de pruebas previas.
• Cáncer de mama: Se recomienda una
mamografía de detección a partir de los 40 años para mujeres con riesgo
promedio de cáncer de mama. Si notas algún síntoma, consulta con tu médico para
realizar una mamografía diagnóstica. Trabaja con tu médico para evaluar tu
riesgo personal y determinar si debes empezar antes.
• Cáncer colorrectal: Las mujeres con
riesgo promedio deben realizarse su primera colonoscopía a los 45 años. Si
tienes antecedentes familiares o enfermedades inflamatorias del intestino
(EII), es posible que necesites evaluaciones antes.
• Cáncer de pulmón: Se recomienda un
examen anual con tomografía computarizada de baja dosis para personas que:
- Han fumado el equivalente a 20
paquetes-año o más (por ejemplo, un paquete al día durante 20 años o dos
paquetes al día durante 10 años).
-
Fuman actualmente o dejaron de fumar en los últimos 15 años.
- Tienen entre 50 y 80 años.
"Los
chequeos de detección de cáncer son una parte fundamental de la medicina
preventiva para las mujeres", enfatiza la Dra. Drews.
Practica
hábitos saludables: La mejor manera de mantenerse saludable a cualquier
edad, especialmente a medida que envejecemos (¡y nos volvemos más sabias!), es
asegurarnos de practicar el autocuidado. Pero no el autocuidado de tendencia
que incluye baños de espuma y velas aromáticas, sino la definición de la
Organización Mundial de la Salud:
"La
capacidad de los individuos, las familias y las comunidades para promover la
salud, prevenir enfermedades, mantener la salud y afrontar enfermedades y
discapacidades, con o sin el apoyo de un profesional de la salud".
El
autocuidado implica acciones que contribuyen a la salud física, mental y
emocional a largo plazo: llevar una dieta equilibrada, evitar el sedentarismo,
dormir lo suficiente, acudir a revisiones médicas periódicas y vacunarse.
También puede incluir actividades que benefician la salud mental y espiritual,
como descansar, practicar pasatiempos relajantes, mantener relaciones sociales,
meditar, etc.
Y
aunque no podemos cambiar nuestra genética ni los antecedentes familiares de
ciertas enfermedades, sí podemos hacer cambios en el estilo de vida para
reducir el riesgo de enfermedades crónicas como las cardiovasculares, la
principal causa de muerte en mujeres. Estos cambios incluyen una alimentación
saludable, evitar el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol, y asegurarnos
de dormir y hacer ejercicio suficiente.
Alimentación
balanceada: Una dieta equilibrada limita los azúcares añadidos, las grasas
saturadas y el exceso de sal, presentes en muchos alimentos ultraprocesados. En
su lugar, se deben priorizar las verduras, frutas, proteínas magras, grasas
saludables y cereales integrales. La dieta mediterránea, con su enfoque en
alimentos de origen vegetal y efectos antiinflamatorios, cumple con los
criterios de la Asociación Americana del Corazón para una alimentación
saludable.
Muévete
más: La mayoría de las organizaciones de salud, como la Asociación
Americana del Corazón y la Asociación Americana de Diabetes, recomiendan al
menos 150 minutos semanales de actividad física moderada, lo que equivale a
unas 2.5 horas semanales. También se sugiere realizar entrenamiento de
resistencia o fuerza al menos dos veces por semana.
Si
el tiempo o problemas físicos dificultan la actividad, recuerda que cualquier
movimiento es mejor que ninguno. Desde ejercicios de bajo impacto hasta
entrenamientos de alta intensidad, cualquier forma de ejercicio tiene
beneficios.
Encontrar
una actividad que disfrutes, como caminar, correr, andar en bicicleta, pilates,
yoga o pickleball, puede ayudarte a mantener la constancia. Si has estado
inactiva, comienza con ejercicios ligeros y aumenta la intensidad gradualmente
para evitar lesiones.
Duerme
bien: El sueño de calidad es clave para regular el estado de ánimo, el
azúcar en sangre y fortalecer el sistema inmunológico. Mantener un horario
constante para dormir y despertar puede ayudar a mejorar la calidad del sueño.
Si
tienes problemas para dormir, consulta con tu médico. El insomnio puede estar
relacionado con la perimenopausia o la apnea del sueño, condiciones comunes en
mujeres.
Prioriza
tu atención médica: Es un estereotipo que los hombres evitan las consultas
médicas, pero muchas mujeres también descuidan su salud al priorizar el
bienestar de los demás.
"Las
mujeres suelen cuidar bien de los demás, a veces a costa de su propia
salud," afirma la especialista del Hospital Houston Methodist.
"Darnos tiempo para priorizar nuestro bienestar no solo nos ayuda a vivir
más, sino a vivir mejor."
Encontrar
un médico de atención primaria y hacerse chequeos regulares es clave para
mantener una buena salud con el paso del tiempo.
"Trabajar
con un médico para controlar la presión arterial, el colesterol y el azúcar en
sangre puede reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares, diabetes y
problemas renales", explica la Dra. Drews. "Evitar el tabaquismo, el
alcohol en exceso y el uso de drogas también ayuda a prevenir enfermedades
crónicas".
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