6 DE CADA 10 JOVENES
RECURREN A PRACTICAS
PELIGROSAS PARA MODIFICAR SU
CUERPO: COP
*2 de cada 3 dejaron de consumir algún
producto por el etiquetado de exceso de azúcares, grasas o calorías
Los
problemas asociados con la alimentación y la imagen corporal constituyen un
desafío para la salud pública en México. En un contexto donde la población está
expuesta a constantes presiones estéticas, monitorear la prevalencia de
conductas poco saludables es fundamental; por ello, el estudio Cuerpos bajo
presión. Hábitos y riesgos alimenticios, del Centro de Opinión Pública de la
Universidad Tecnológica de México (UNITEC), explora las estrategias más comunes
para el control de peso, prácticas compensatorias de alimentación, fuentes de
información y redes de apoyo ante conductas alimentarias riesgosas.
Estrategias
y rutinas para el control de peso: Las tácticas para modificar el peso o la
figura están extendidas entre la población. Al menos una vez, 71% ha hecho una
dieta, 63% un ayuno o la restricción de ciertos alimentos, 43% consumo de
productos para perder peso y 39% para aumentar musculatura; solamente 6%
declara no haber intentado ninguna de estas opciones. Por edad, el grupo de 35
a 44 años reporta la mayor frecuencia de consumo de productos para aumentar
musculatura: 60% dice haberlos consumido cuatro veces o más. Este mismo grupo
(35-44 años) también lidera la frecuencia de consumo de productos para perder
peso (56%).
En
cuanto a rutinas, 72% de los encuestados afirma mantener horarios regulares
para comer y 69% considera saber cómo organizar sus comidas para que sean
saludables. No obstante, estos hábitos varían significativamente por edad: 62%
del grupo de 18 a 24 años mantiene horarios regulares, frente a 85% del grupo
de más de 55 años. Considerando el nivel socioeconómico, 79% del nivel A/B
logra mantener esta regularidad, en comparación con 61% del D+/D.
El
etiquetado frontal de advertencia parece influir en las decisiones de consumo.
67% ha dejado de consumir algún producto por la advertencia de ‘exceso de
azúcares’; 65% lo ha hecho por ‘exceso de grasas’ y 64% por ‘exceso de
calorías’. El grupo de 25 a 34 años es el que más reporta haber evitado
productos por estas advertencias (74% azúcares, 75% grasas y 74% calorías). Por
género, las mujeres muestran una mayor tendencia a evitar o reducir el consumo
basándose en el etiquetado que los hombres (70% vs. 64% para azúcares; 69% vs.
61% para grasas; y 68% vs. 61% para calorías).
Conductas
alimentarias de riesgo: “La preocupación por la ingesta de alimentos no
solo deriva en los hábitos alimenticios, en estrategias de control de peso,
también en conductas compensatorias e impacto emocional”, comenta Adriana Rico,
coordinadora del Centro de Opinión Pública de la UNITEC. Por ejemplo, semanalmente,
59% acostumbra a hacer ejercicio extra para compensar un exceso en la comida,
55% come menos o deja de comer por la misma razón, y 51% bebe té, café u otras
bebidas para suprimir el apetito. El aspecto mental y emocional también
interviene en estas conductas, 51% piensa activamente en las calorías de lo que
va a consumir y 45% sintió culpa por lo que comió. Esta sensación es reportada
con menos frecuencia por hombres (34% dijo nunca haber sentido culpa) que por
mujeres (21% dijo nunca haberla sentido).
Desde
antes de cumplir 18 años, 25% de los encuestados ya había hecho dieta para
cambiar de peso o figura, 16% hizo ayuno o dejó de consumir ciertos alimentos,
16% consumió productos para aumentar musculatura y 15% consumió productos para
bajar de peso. Estas cifras son alarmantes, en particular, al analizar por
grupos de edad, debido a lo reportado por los más jóvenes: 60% del grupo actual
de 18 a 24 años reporta haber hecho dieta antes de la mayoría de edad. De forma
similar, 49% de este mismo grupo hizo ayunos o restringió alimentos, 48%
consumió productos para perder peso y 40% para aumentar musculatura, todo antes
de cumplir 18 años.
Las
conductas alimentarias de riesgo (CAR): —entendidas como comportamientos
que, sin cumplir aún los criterios para un diagnóstico clínico, pueden afectar
negativamente la salud— que se reportan con mayor frecuencia son: hacer ayuno
intermitente para modificar peso o figura (38%), ayunos prolongados (36%) y
pérdida de control al comer o atracones (34%). Emerge también el uso de métodos
purgativos o de alto riesgo sin prescripción: 20% ha tomado pastillas para
bajar de peso, 13% ha usado laxantes o diuréticos, y 7% se ha provocado el
vómito después de comer.
Estas
conductas de riesgo no son uniformes: Por género, 43% de las mujeres ha
hecho ayuno intermitente (frente a 32% de hombres) y 26% de las mujeres ha
usado pastillas sin prescripción (frente a 15% de hombres). La edad es un
factor determinante, siendo los jóvenes más susceptibles: 40% (18-24 años) y
46% (25-34 años) han hecho ayunos prolongados, frente a 21% del grupo de más de
55 años. El ayuno intermitente sigue un patrón similar: 40% (18-24) y 48%
(25-34) lo han practicado, frente a 16% (más de 55). Estas prácticas han sido
consideradas por una buena parte, que si bien, reconocen que no las han hecho,
sí han pensado en hacerla, por ejemplo, tres de cada diez han querido hacer
ayudo intermitente, 18% ha considerado usar laxantes y tomar pastillas para
bajar de peso sin prescripción médica y 13% ha pensado en provocarse el vómito.
Entre
las personas que mencionaron realizar alguna de las conductas alimentarias de
riesgo (CAR), más de la mitad indica que la familia tiene conocimiento de la
práctica con la excepción de provocarse en vómito, donde solo 27% lo señala. En
el caso de quienes pierden el control al comer o tienen atracones, a 30% la
familia ofreció apoyo emocional, a 23% le vigilaron o controlaron la
alimentación y 21% señaló que la familia no hizo nada; para quien consume
pastillas sin prescripción médica, 30% dijo que la familia se informó sobre el
tema, a 25% le aconsejaron buscar ayuda médica y 23% comentó que la familia no
reaccionó de ninguna manera.
Fuentes
de información y productos para modificar el peso: Respecto a las fuentes
de orientación, los/as nutriólogos/as son la principal referencia para
modificar peso o apariencia (62%), seguidos por médicos/as (34%) y familiares
(32%). Las redes sociales o páginas especializadas (30%) y los entrenadores o
coaches (29%) también juegan un rol importante. Existen claras diferencias
generacionales: los mayores de 45 años son el grupo que más considera las
recomendaciones médicas (40%), mientras que el grupo de 25 a 34 años es el que
más consulta redes y páginas especializadas (38%).
Además,
60% admite haber utilizado algún producto específico para el control de peso.
Los más mencionados son: suplementos pre-entrenamiento (30%), quemadores de
grasa o fat-burners (20%) y medicamentos como Ozempic, semaglutida o
tirzepatida (16%). Sobre la prescripción o recomendación, 43% usó alguno de
estos productos por indicación de un nutriólogo, 29% tomó la decisión por sí
mismo, 23% por un entrenador o coach y 23% por recomendación de un médico.

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