jueves, 4 de mayo de 2017


             (TRABAJO ESPECIAL)


LOS SABORES Y NUESTRAS EMOCIONES NOS IDENTIFICAN


*Las medicinas antiguas como la china, greco-árabe (Unani), prehispánica, ayurveda, etcétera, le dan un lugar importante a los sabores y a su relación con la salud tanto física como psicológica


El sabor, desde el punto de vista terapéutico, ha sido por mucho tiempo objeto de poca atención por parte de la medicina moderna, pero eso empieza paulatinamente a cambiar, explicó en breve charla el doctor David Duarte.
El que los alimentos tengan diferentes sabores y el que nuestro sentido del gusto sea capaz de reconocerlos, fue una ardua tarea que le llevó muchos años a la madre naturaleza y tiene una razón de ser.
De acuerdo con el doctor Duarte, médico homeópata y pionero en México de la Medicina Unani, las medicinas antiguas como la china, greco-árabe (Unani), prehispánica, ayurveda, etc. le dan un lugar importante a los sabores y a su relación con la salud tanto física como psicológica.
Antes de hablar del sabor, es necesario entender que es un fenómeno químico, neurológico y perceptivo, que no sólo se manifiesta en la lengua, también en las terminaciones nerviosas del par craneal que está por encima de la nariz; es decir, también participa el sentido del olfato.
Al referirnos a los sabores –igual que en el caso de los colores primarios de los que se derivan todos los demás- existen seis sabores básicos: picante, dulce, agrio, aceitoso, amargo y salado.
Según las medicinas antiguas, cada sabor tiene un determinado efecto terapéutico o corresponde incluso una cierta necesidad emocional; no es gratuito que de repente tengamos antojo por algo dulce o salado, bioquímicamente nuestro cuerpo nos está pidiendo determinados elementos contenidos en ciertos nutrientes con ciertos sabores, o bien también puede corresponder a un determinado estado de ánimo.
Nuestra inclinación por ciertos sabores, reflejan características de nuestra personalidad y de nuestro metabolismo.
Uno de los factores que también determina nuestra preferencia por ciertos sabores, es la raza de los individuos, porque las personas guardamos una memoria genética; por ejemplo: las personas caucásicas de tez muy clara, las cuales crecieron en regiones donde no existe el picante, tienen muy poca tolerancia a él y por lo tanto la tendencia es que no les agrade.

EL SABOR MAS ANTIGUO: EL SALADO

Asimismo, el salado es el sabor más aceptado pues probablemente sea el más antiguo –algunos estudios han demostrado eso—, debido a la composición química del líquido del cuerpo que tiene una composición alta de electrolitos, y el electrolito fundamental es la sal.
“En lo personal, me parece increíble como las conclusiones de los últimos 50 años de investigación en este tema, están llegando a las mismas conclusiones que presenta las medicina china, ayurveda, Unani y la prehispánica”, subrayó el doctor Duarte.
Según la Sociedad Española Dietética y Ciencias de la Alimentación, (http://www.nutricion.org), no existe motivo para determinar la preferencia por uno u otro sabor desde el punto de vista de la nutrición, sino que tiene que ver más con la psicología del individuo, probablemente con su entorno familiar y social.
Por su parte, el neurólogo y psiquiatra Alan R. Hirsch, creador de la Fundación para el Tratamiento e Investigación del Olfato y Gusto en Chicago (Smell & Taste Treatment and Reseach Fundation http://www.smellandtaste.org/), señala que a través de las elecciones y preferencias de la comida, revelamos nuestros pensamientos, sentimientos y deseos más profundos.
Duarte comenta que en relación con los sabores y la personalidad, al igual que las antiguas medicinas, varios estudios modernos apuntan a que el sabor dulce está asociado con personas alegres y con una energía que contagia a los demás, son impredecibles, causan admiración, son hedonistas, solidarías y compasivas.
Quienes gustan de lo salado, son personas que se dejan llevar por lo que dice la mayoría y cifran más las situaciones de la vida en factores externos que en internos; lo ácido está vinculado con personas de pensamientos dispersos; el picante es propio de personas que tienden a la novedad y les gustan las emociones fuertes, son alegres y pueden desarrollar ira, irritabilidad e impaciencia; el amargo se asocia con individuos insatisfechos y con deseos de cambio; el sabor cítrico se relaciona con alegría y espontaneidad, con personas que tienden a tener metas a corto plazo.

ENTRE ESTUDIANTES UNIVERSITARIOS

Una investigación realizada por la Asociación Americana de Psicología (American Psichological Association www.apa.org) entre estudiantes universitarios, demostró que aquellos con un gusto especial por el sabor dulce, tienen un mayor nivel de amabilidad y una mayor inclinación a ser cooperativos, amistosos y compasivos.
Asimismo se detectó que al consumir alimentos dulces sin importar la preferencia por uno y otro sabor, se presenta una actitud más amble y colaborativa.
En la Universidad de Nueva York encontraron que los sabores amargos están ligados a un juicio más severo.
En esta investigación se le dio a la mitad de las personas una bebida amarga y al resto, agua simple, las personas que tomaron la bebida amarga dieron declaraciones más severas en comparación con quienes tomaron agua simple.
En el 2013, se publicó que las personas que les gusta el sabor picante, buscan sensaciones intensas como subirse a la Montaña Rusa, manejan rápido o disfrutan ser el centro de atención en una fiesta.
“Es fantástico que estemos revisando el tema y dándonos cuenta institucionalmente de su importancia y de la herramienta tan poderosa que puede ser, a la vez que rescatamos una parte del conocimiento de las medicinas antiguas”, comenta el doctor Duarte, también creador del sistema Salud en tus Manos.



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