CUATRO DE CADA 10 PERSONAS
CON SINDROME
METABOLICO PRESENTAN
EPISODIOS DEPRESIVOS
La
relación entre diabetes y depresión es bidireccional, ya que cada condición
puede aumentar el riesgo de desarrollar la otra. Esta conexión tiene implicaciones
significativas para la salud con mecanismos biológicos, conductuales y
psicosociales interrelacionados.
Reconocer
y abordar ambas situaciones de manera integral es esencial para mejorar la
calidad de vida de las personas.
“Está
demostrado científicamente que las personas que padecen depresión tienen mayor
riesgo de presentar enfermedad cardiovascular o algunos de los elementos del
síndrome metabólico, como hipertensión, hipertiroidismo, y obesidad. Hoy
sabemos que cuatro de cada 10 personas con síndrome metabólico presentan
episodios de depresión”, comenta el Dr. Ramón Arellano Cano, psiquiatra y
especialista en Medicina Psicosomática, en entrevista durante evento convocado
por Sun Pharma.
“Es
fundamental que quienes han sido diagnosticados con depresión, se realicen
exámenes de laboratorio basados en un análisis actualizado de los resultados,
ya que las cifras, así como los métodos de estudio han avanzado en los últimos
años. También hay que insistir que todos, a partir de los 18 años, debemos hacernos
estudios periódicos de glucosa, perfil de tiroides y lípidos para detectar
oportunamente el síndrome metabólico”, agregó el Dr. Arellano Cano, basado en
San Luis Potosí.
Este
síndrome agrupa a los factores que aumentan el riesgo de padecer enfermedades
cardíacas, incluyendo derrame cerebral y diabetes. Incluye presión arterial
alta, azúcar elevada en la sangre, exceso de grasa en cintura y niveles
anormales de colesterol.
Quienes
viven con depresión pueden ser menos propensos a seguir hábitos saludables,
como llevar una dieta equilibrada, hacer ejercicio regularmente y controlar su
peso, lo que favorece el desarrollo de complicaciones cardiovasculares.
De
igual forma, la depresión se asocia a una mayor activación del sistema nervioso
simpático y del eje hipotálamo-hipófisis-adrenal, lo que puede llevar a un
aumento de las hormonas del estrés como el cortisol.
Los
niveles elevados de cortisol pueden afectar la resistencia a la insulina y el
metabolismo de la glucosa.
La
detección temprana y el tratamiento integrado que aborde tanto la salud física
como la mental son fundamentales para mejorar los resultados en el paciente.
Esto puede incluir terapia psicológica, tratamiento farmacológico
(antidepresivos), apoyo educativo y estrategias de autocuidado.

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