EL PROBLEMA DE NO CREER EN NADA ¿CÓMO AFECTA A LOS
NIÑOS?
*Un niño que no
cree en su entorno vivirá con temores y frustrado
Los niños menores de ocho de años creen principalmente en sus padres, en
todo lo que rodea su entorno escolar, en sus maestros y comienzan a admirar los
símbolos patrios. Les ilusiona la época navideña; creen en Santa Claus, los
Reyes Magos, y en términos generales, piensan que la mayor parte de la gente es
buena.
En cambio los de nueve a 12 años de edad manifiestan que México tiene
muchos problemas, empiezan a desconfiar de sus maestros y devalúan los símbolos
patrios. Desconfían de los extraños y piensan que la mayoría de las personas no
son buenas o pueden hacerles algo malo: para ellos la época navideña es buena;
no obstante, la gran mayoría, ya no creen en Papá Noel ni en los Reyes Magos.
Asimismo, ya no confían anto en sus padres.
Todo lo anterior con base en estudios clínicos del Centro de
Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI).
La mente infantil no ha cambiado tanto en los últimos años. El juego, los
ideales, los afectos, las ilusiones por el futuro, el entusiasmo por aprender,
la capacidad de asombro, el creer en fechas emblemáticas como la Navidad o el
Año Nuevo y tener confianza en los demás - principalmente en sus padres - son
el resultado de tener una niñez sana, emocionalmente hablando.
Pero cuando los niños viven preocupados, frustrados o ansiosos, las
creencias se transformarán en pesimismo o miedo irracional a perder a los seres
queridos, lo cual genera una baja autoestima, hostilidad y agresión.
Al respecto, la doctora Claudia Sotelo Arias, directora del Centro de
Especialización de Especialización de Estudios Psicológicos en la Infancia
(CEEPI), explicó que los niños en términos generales calcan las creencias de su
padres.
"El pesimismo e incluso el catastrofismo que asumimos de la vida se
verá reflejado de inmediato en nuestros hijos. Si no creemos en nada, los niños
pequeños también creerán que viven en un mundo en donde a lo mejor nada vale la
pena. Eso es nocivo porque más tarde podrían desarrollar trastornos
emocionales: una niñez desconfiada dará como resultado a adultos hostiles y
altamente egocéntricos", manifestó.
Por su parte, Susana Salazar Gómora, coordinadora de CEEPI y psicóloga
infantil, sostuvo que la realidad de los adultos no puede ser vivida de igual
manera por los niños.
"No se trata de mentirle a los niños, la idea es respetar esta etapa
que está basada en creer. Si no lo hacemos tendremos adultos frustrados y en
los que germinará la depresión y las conductas que conducen a la agresión. Es
fundamental que los niños mantengan la ilusión en esta época de Navidad y de
Fin de Año, porque simboliza, entre otras cosas, unión familiar y valores como
el amor, la amistad, la confianza y la honestidad", concluyó.
CEEPI con base en datos obtenidos en su clínica desprendió las siguientes
conclusiones:
NIÑOS MENORES DE OCHO AÑOS
Creen en sus padres principalmente, en sus escuela, en sus maestros y en
los símbolos patrios. Principalmente creen en un ser superior. Les ilusiona
creer en Santa Claus y en los Reyes Magos. También creen que la mayoría de las
personas son buenas: confían en el mundo que los rodea.
Los mayores de nueve años y hasta 12 de años de edad dejan de creer: Manifestaron
que México tiene muchos problemas. desconfían de sus maestros, no le tienen
confianza a los policías y comienzan a devaluar símbolos patrios.
Creen que Dios es bueno, pero de la Iglesia tienen algunas reservas: cerca
del 60% de los niños entrevistados. El restante 40% no tuvo una idea clara de
lo que Dios o simplemente no creen.
En general son desconfiados del prójimo: conocidos, vecinos, gente que ven
en la calle. Tiene un muy mal concepto de los políticos en términos generales. Creen
en sus papás pero con sus reservas. Muchas veces observan que son
incongruentes: por ejemplo, un padre que se dice responsable pero que falta
mucho a su empleo y miente a sus jefes diciendo que está enfermo.
Saben que no seguir las reglas es malo, pero les divierte que sus padres lo
hagan, algo así como "mi papá se pasa las reglas por el Arco del
Triunfo", lo cual constituye otra incongruencia.
Comienzan a pensar que la mayoría de la gente no es buena. Cabe señalar que
esta información obtenida en la clínica de servicios psicológicos de CEEPI. No
marcan tendencias ni opiniones sólo la percepción que tienen algunos niños en
sesiones de juego.
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