ABUSO DE ALCOHOL Y SUSTANCIAS ENTRE LOS
TRASTORNOS MENTALES MÁS COMUNES EN HOMBRES
*La dependencia al alcohol o alcoholismo es el de mayor prevalencia en
hombres, con un 11.5% de afectados
*También ellos tienen mayor tendencia al consumo de otras sustancias, como
marihuana y cocaína
*El intento de suicidio es más prevalente en mujeres, pero el número de suicidios
consumados es mayor en la población masculina
En el marco del Día del Padre, Voz Pro Salud Mental Ciudad de México recupera
datos relevantes sobre los trastornos psiquiátricos más comunes en los hombres.
En 2003, la Encuesta Nacional de Epidemiología Psiquiátrica (ENEP),
publicada por el Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz
(INPRF), arrojó que ellos tienen más probabilidades de presentar un trastorno
psiquiátrico en alguna etapa de la vida, con un 30.4%, a diferencia de un 27.1%
en mujeres.
Voz Pro Salud Mental señala que, en las últimas décadas, la investigación
en materia de salud mental ha dado paso a interesantes estudios con enfoque de
género.
Se ha encontrado que los trastornos psiquiátricos afectan de manera
distinta a hombres y mujeres, pues no solamente su prevalencia y pronóstico
varían dependiendo del sexo, sino también algunos síntomas pueden presentarse
con mayor gravedad.
Estas diferencias no solamente se deben a factores biológicos, además
pueden derivarse de factores psicosociales, como las expectativas de roles y
actitudes.
Cabe recordar que el alcoholismo
ocupa la mayor prevalencia en los hombres; de acuerdo con resultados
de la ENEP, 11.5% de los varones consume esta sustancia de manera dependiente,
mientras que sólo el 1% de las mujeres lo hace.
En otras adicciones, la
prevalencia en el sexo masculino suele ser también mayor.
Un estudio publicado en 2006 por el INPRF, señala que el 14.4% de los
hombres ha consumido marihuana alguna vez en su vida, y 8.3% ha consumido
cocaína; mientras que en las mujeres el consumo ha sido del 2% y 0.9%,
respectivamente.
Otro dato importante es que los hombres con dependencia al alcohol y/o abuso de otras sustancias presentan
mayor comorbilidad con trastornos de la
personalidad, como el paranoide,
obsesivo de la personalidad, narcisista y antisocial.
Por su parte, aunque estudios recientes sobre la esquizofrenia y el trastorno
obsesivo compulsivo (TOC), sugieren prevalencias similares entre ambos
sexos, su aparición es más precoz en
hombres y su pronóstico menos prometedor; ellos presentan una menor
adaptación social, y sus posibilidades de conseguir pareja y tener una vida
independiente se ven más reducidas.
En el caso de la depresión,
las mujeres tienen mayor prevalencia y, a pesar de que ellas presentan la
mayoría de los intentos de suicidio, el
número de suicidios consumados es mayor en hombres (81.7% de los
suicidios en 2013, de acuerdo con estadísticas publicadas en 2015 por el
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática [INEGI]).
Los hombres tienden a expresar la
depresión en forma distinta, debido a que socialmente es mal
visto que muestren tristeza, fatiga u otros síntomas característicos de este
trastorno; así que la manifiestan en
forma de ira, consumo de sustancias o conductas de riesgo.
En cualquiera de estos casos, es importante tener presente que una
condición psiquiátrica no condiciona las capacidades individuales, la calidad
humana, ni la calidad de vida de una persona.
La detección y el tratamiento oportuno de un diagnóstico marca la
diferencia y las posibilidades de recuperación.
Mientras más información se tenga acerca de un diagnóstico, más fácil será
su comprensión y el manejo de su sintomatología.
Con el propósito de dar a conocer una red de apoyo a todos aquellos quienes
necesiten de una guía para su tratamiento, Voz Pro Salud Mental Ciudad de México
ofrece cursos de psicoeducación sobre enfermedades mentales para pacientes y
familiares.
Para mayor información comunicarse a los teléfonos (55) 1997 5040 y 41, el
correo: vozpsm@hotmail.com, o la página web: www.vozprosaludmental.org.mx.
TESTIMONIO DE UN PACIENTE
Héctor
Iván tiene cuarenta años, es licenciado en Derecho por la Universidad
Latinoamericana, y cuenta con una especialidad en Derechos Humanos por la
Universidad de Castilla.
Trabaja
como servidor público en el Instituto para la Integración al Desarrollo de las
Personas con Discapacidad (INDEPEDI), y proporciona asesoría legal de forma
independiente en materia de Derechos Humanos. Actualmente, vive con sus padres
y sus dos hijas, a las cuáles brinda cuidados.
Su
sintomatología se presentó en el año 2009. Manifestaba temor de que alguien
fuera a hacerle daño, lo que lo mantuvo sin dormir durante quince días, en los
cuales vigilaba que nadie entrara a su domicilio.
Interpretaba
cualquier reacción o falta de ella como “sospechosas”. Para entonces, él había
cursado una licenciatura y un posgrado, estaba casado y tenía dos hijas
pequeñas.
Este
cambio en su vida fue drástico. De ser un abogado y maestro de Derecho a nivel
preparatoria, su realidad se tornó a la de ser una persona “perseguida”,
“vigilada” y “próxima a ser el último chivo expiatorio de un complot, cuyos
participantes eran siempre secretos”.
Todo
era interpretado a través de delirios: delirios de culpa, de persecución, de
delito, de pecado... Su familia empezó a cambiar con él, pues no sabían cómo
explicar sus conductas “erráticas y extravagantes”.
Consultó
a dos psiquiatras y una psicóloga sin obtener buenos
resultados; de hecho, comenta que los psiquiatras utilizaron técnicas
terapéuticas que sólo acrecentaron su temor.
No
fue sino hasta aproximadamente seis meses después, que acudió al servicio de
salud mental del ISSSTE, donde se le dio un diagnóstico y se le transfirió al
Hospital Psiquiátrico Fray Bernardino Álvarez para valorar si era necesario un
internamiento psiquiátrico.
Sin
embargo, los profesionales de esta institución decidieron que no lo ameritaba.
Le dijeron que necesitaba descansar, estar con su familia; y le recetaron una
dosis de medicamento, que si bien en un principio no eliminaba totalmente sus
síntomas, al día de hoy ha sido pieza clave para mantenerlo estable y evitar
recaídas.
Iván
comenta que una vez medicado, pero sin muchas mejoras palpables, se cansó de
creer que algo malo estaba sucediendo y decidió enfrentar la vida.
Tomó
el Curso Tierra a la Vista, impartido por Voz Pro Salud Mental, para poder
desarrollar herramientas que le posibilitaran distinguir la realidad del
delirio y volver a ser funcional.
Su
recuperación fue un proceso de casi cuatro años, pero hoy en día existe una
remisión casi total de sus síntomas, y lo poco que queda, lo controla con el
pensamiento y la conducta adquirida en su rehabilitación psicosocial.
Parte
de su rehabilitación también fue tomar la decisión de divorciarse, terminar con
una relación que lo desestabilizaba.
DETONANTE
DEL DIVORCIO
Señala
que a raíz de esto logró mantener un trabajo fijo y educar a sus hijas de una
manera que él considera más amorosa y menos estricta que la de su ex esposa,
aspecto que en su momento fue motivo de pelea y estrés constante en la pareja.
“Mucho tiempo
antes de que ocurriera el detonante que me llevó a ser diagnosticado, las
discusiones con mi ex esposa eran tan críticas que yo le "gritaba"
con desesperación
"Me vas a
volver loco"… Yo no sé que tanto influyó esto, pero ahora que no me veo
sometido al estrés que me causaba, he podido sobrellevar mejor mi vida. De
hecho, superé el divorcio sin mayores esfuerzos”.
En
acuerdo mutuo con su ex cónyuge, decidieron que él ejerciera la custodia de sus
hijas, y cuidara de ellas de lunes a viernes, lo cual le es posible gracias a
sus flexibles horarios de trabajo.
En
cuanto a éste, Iván comenta que “el trabajo es el objetivo final que debemos
tener todas las personas con un trastorno mental. A nosotros se nos estigmatiza
y se piensa que no podemos obtener un empleo”.
Está
convencido de que no por tener una condición psiquiátrica, uno se vuelve
incapaz de conseguir un trabajo, de mantenerlo o de cuidar de su familia.
Afirma que el estigma es solamente un mito, y que él, con su condición actual,
lo ha demostrado en forma sostenida y comprobable.
“Ahora toda la
familia sabe que me levanto casi siempre a la misma hora, mando a mis hijas a
la escuela con apoyo de mis padres, y me voy a trabajar en un horario que me
permite comer con mi familia y apoyar a mis hijas en sus tareas escolares. Más
tarde tomo mis pastillas, y duermo siempre a la misma hora para poder aspirar a
una mejor recuperación física y psicológica”.
“Soy como
relojito, un amigo del trabajo me dice que soy muy "ñoño", que
exagero en mi disciplina horaria. Lo entiendo un poco, pues a él sí lo hacen
trabajar 8 horas o más, aunque también su puesto y sus ingresos lo justifican.
Yo en cambio, tengo un ajuste razonable, que es un derecho que tenemos las
personas con discapacidad para poder gozar del derecho al trabajo y a la
permanencia en el mismo.
Yo trabajo
regularmente cuatro horas al día, pues mi jefe entiende que mi mente trabaja
con mayor velocidad y tiene mayores niveles de estrés que las personas sin esta
discapacidad”.
A todos los padres
de familia que se enfrentan a un diagnóstico psiquiátrico, Iván les recomienda
que aprendan a expresar el amor a sus seres queridos modificando patrones de
enojo, ira o agresión verbal; y transformen sus viejos hábitos en nuevos
valores para la familia y la comunidad.
Que mantengan una
dosis diaria de fe que les sirva para salir adelante; desafíen a la enfermedad
psiquiátrica con voluntad y vivan felices de tener un reto a la altura de sus
verdaderos espíritus.
“Hoy en día, mi
reto es mi trabajo por las mañanas y mis hijas por las tardes”, concluye.
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