sábado, 26 de marzo de 2016


CON TRATAMIENTO ADECUADO EL 70% DE PACIENTES
CON EPILEPSIA PUEDEN LLEVAR UNA VIDA NORMAL


*Se abre la posibilidad de sumar esfuerzos en favor del diagnóstico, atención e inclusión de quienes la padecen

*De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), este padecimiento afecta a 50 millones de personas a nivel mundial, en México son 2 millones


De acuerdo con información de la Organización Mundial de la Salud (OMS), estudios recientes en países de ingresos bajos y medianos revelan que hasta 70% de niños y adultos diagnosticados con epilepsia podrían tener crisis completamente controladas mediante el acceso a medicamentos antiepilépticos.
El reto en dichos países está en lograr que las tres cuartas partes de estos pacientes que actualmente no reciben el tratamiento adecuado, tengan acceso a él lo más pronto posible.
En el marco del Día Internacional de la Epilepsia, también conocido como el Día Púrpura, instaurado el 26 de marzo de 2008 por iniciativa de Megan Cassidy, una niña canadiense de 8 años que buscaba crear conciencia sobre el padecimiento, la doctora Noemí Santos, directora médica de Landsteiner Scientific, destaca la importancia de reducir esta brecha terapéutica.
“Se puede afirmar que con un diagnóstico adecuado se tiene gran avance en el control de esta enfermedad, ya que dependiendo de esto se determinará el tipo de tratamiento que el paciente tiene que recibir. El reto en países como México está en aumentar la disponibilidad de medicamentos antiepilépticos genéricos, a fin de facilitar el acceso a tratamiento a la mayor cantidad posible de pacientes”, explicó.
Consciente de esta situación, el laboratorio farmacéutico mexicano Landsteiner Scientific se compromete con la investigación y el desarrollo de medicamentos en áreas terapéuticas específicas —entre ellas, una que se ocupa del sistema nervioso central—, con el objetivo de contribuir al bienestar de la población mexicana por medio de productos y servicios que mejoren su calidad de vida.

QUE ES LA EPILEPSIA

La epilepsia es una enfermedad neurológica común y reconocida, pero aún en la actualidad poco comprendida, frecuentemente mal diagnosticada y tratada inadecuadamente.
Desde los años 90 ha habido avances en el diagnóstico y tratamiento de la epilepsia, así como en el desarrollo de nuevos medicamentos.
Sin embargo, en la actualidad persisten dos problemas: por un lado, la dificultad de los pacientes en los países en desarrollo para acceder a estos medicamentos y, por el otro, la adherencia al tratamiento en pacientes que sí disponen de los medicamentos.
Esta enfermedad se caracteriza por crisis epilépticas recurrentes, las cuales pueden tener diferentes formas clínicas de presentación: desde episodios muy breves de ausencia o de contracciones musculares con pérdida de conciencia momentánea, o episodios breves de movimientos involuntarios que pueden afectar una parte del cuerpo o su totalidad y que generalmente presentan perdida de la conciencia, hasta el temido “estatus epilepticus”, en el cual las crisis epilépticas se presentan de manera constante en el tiempo sin permitir la recuperación de la conciencia entre una crisis y la siguiente.
El tipo más frecuente de epilepsia es conocido como idiopática, la cual no tiene una causa identificable.
El otro tipo de epilepsia es conocido como secundaria, entre cuyas principales causas destacan daño cerebral por lesiones antes de nacer o durante el nacimiento, malformaciones congénitas, traumatismos craneoencefálicos graves, infartos o derrames cerebrales, infecciones como meningitis y encefalitis o neurocisticercosis y tumores.
Para la doctora Santos, la historia clínica del paciente es vital para la detección y diagnóstico de esta enfermedad, ya que la identificación de las manifestaciones clínicas durante las crisis epilépticas (convulsiones, pérdida de conciencia, alteraciones motoras, etc.) es de gran ayuda:
“Las personas con epilepsia tienen más posibilidades de sufrir lesiones como fracturas, heridas, golpes contusos, etc., a consecuencia de caídas y golpes, así como de experimentar ansiedad y depresión. En personas con epilepsia, el riesgo de muerte prematura es tres veces mayor que el de la población general y las tasas más altas se registran en países de ingresos bajos y medianos así como en zonas rurales, lo que explica que muchas de las muertes relacionadas con la epilepsia se asocien con causas prevenibles, como caídas, ahogamientos, quemaduras y crisis prolongadas”, destacó.

MANTENER LA CALMA ANTE LAS CRISIS

La doctora Santos señala que en una crisis, que dura de 60 a 90 segundos, es importante mantener la calma y brindar el cuidado necesario al paciente a partir de las siguientes recomendaciones:
---Quite objetos cercanos al paciente con los que pueda hacerse daño y coloque una almohada o una prenda de vestir doblada bajo su cabeza para que no se golpee.
---Voltee la cabeza del paciente de lado para permitir que la saliva o cualquier otro líquido salga fácilmente y no intente meter ningún objeto en su boca.
---Afloje la ropa del paciente y no se alarme si deja de respirar y se le ponen los labios morados: esto suele durar muy poco y no necesita ninguna maniobra de reanimación.
---Observe los movimientos del paciente durante la crisis así como su duración, con el fin de compartir esta información con el médico.
---Mantenga una atmósfera tranquila cuando el paciente se recupere de la crisis: permita que descanse y, si se lo pide, cuéntele lo que pasó.
---Si la crisis es breve, haga una cita con el médico para revisión del paciente.
Si se presentan crisis continuas, sin recuperación de conciencia o la crisis dura más de 10 minutos, consulte de inmediato al médico o lleve al paciente al hospital más cercano.
Prejuicios y estigmas que todavía relacionan la epilepsia con retraso mental, incapacidad y poca responsabilidad para cumplir en la vida laboral limitan el ejercicio de los derechos de los pacientes y provocan un retraso en la detección oportuna del padecimiento, por lo que el 26 de marzo, Día Internacional de la Epilepsia, es una oportunidad inmejorable para pronunciarse en favor del diagnóstico oportuno, el acceso a tratamiento y la efectiva inclusión en la sociedad de los pacientes que padecen esta enfermedad.



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