ALIMENTOS
PROCESADOS Y FÓRMULAS INFANTILES PARA
BEBÉS,
DETONANTES DE LA OBESIDAD EN EDAD ADULTA
*Estos
alimentos tienen un contenido del 14% al 100% de azúcar, además de altas
concentraciones de sodio
Alimentar a los recién nacidos con fórmulas infantiles en lugar de
leche materna les crea adicción al sabor dulce y podría ser un detonante para
desarrollar obesidad a futuro, ya que los sustitutos de leche para bebés tienen
hasta un 54% de azúcar añadida.
De acuerdo a la investigación realizada por El Poder del
Consumidor, el nuevo mega negocio es precisamente la alimentación
industrializada del lactante y el niño pequeño, debido al abandono de la lactancia.
Quedó demostrado que los sustitutos de la leche materna no sólo
han sido causa de malnutrición, infecciones y enfermedades diarreicas sino
también se han asociado a la gran pandemia de sobrepeso y obesidad que se sufre
en el mundo.
Estudios epidemiológicos demuestran que los incrementos en
sobrepeso y obesidad se observan desde edades muy tempranas desde el nacimiento
a los 6 meses de edad.
Especialistas en nutrición de EPC, analizaron las etiquetas de 9
fórmulas para lactantes y su publicidad, encontrando que estos contienen entre
28% y 54% de azúcares que se absorben muy rápidamente, a diferencia que
aquellos que contiene la leche materna.
Adicionalmente, se revisaron los alimentos para bebés y se observó
que el porcentaje de azúcar se encontraba entre el 14% al 100% y todos los
productos analizados contenían sodio.
Con relación a los cereales, ninguno cumple con el mínimo de fibra
acorde a la norma oficial, ya que en realidad son “harinas refinadas” y no
“harinas integrales”.
Todo esto contrasta con lo establecido en la NOM 043 de
orientación alimentaria que recomienda no añadir ni azúcar ni sodio a los
alimentos proporcionados a los lactantes.
Fiorella Espinosa, especialista en Nutrición y Maestra en Salud
Pública, quien coordina investigaciones en Salud Alimentaria en EPC, afirmó que
“es muy preocupante que desde edades muy tempranas los niños consuman productos
industrializados que contienen grandes cantidades de azúcar añadida, lo que va
a provocar que desarrollen un gusto por los alimentos dulces, y se ha asociado
el consumo de azúcares a padecimientos como diabetes, resistencia a la
insulina, obesidad y síndrome metabólico”.
Sobre este punto, la Asociación Americana del Corazón (AHA)
establece que un lactante no debe consumir más de mil a mil 200 mg de sodio al
día mientras que para un niño de 1 a 3 años recomienda no más de mil 500 mg al
día.
Sin embargo, solamente un frasco de los productos analizados cubre
el 35% del requerimiento total para un lactante.
El alto consumo de sodio se ha asociado a la presencia de
hipertensión en edades tempranas, lo cual es uno de los principales retos y
problemas que se están presentando en la población.
RECOMENDACIÓN DE LA OMS
Existe evidencia que indica que el alto consumo de azúcares
produce adicción, por ello, la Organización
Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo para la Infancia de las Naciones Unidas
(UNICEF) recomiendan que los niños menores de dos años no ingieran nada de
azúcares añadidos por el riesgo que existe de que se deforme su gusto y por los
daños a la salud que se han demostrado a través de las altas ingestas de
azúcar.
La OMS establece que los alimentos o productos elaborados para
infantes deben ser totalmente inocuos y libres de aditivos o ingredientes que
puedan ser riesgosos a la salud.
Datos recientes han demostrado la crítica situación en México con
respecto a la lactancia materna, ya que de acuerdo a la Encuesta Nacional de
Salud y Nutrición 2012 se observa que el porcentaje de las mujeres que no amamantan
es de 85.6% quedando sólo un 14.4% que amamantan a sus hijos de forma exclusiva
los primeros seis meses de vida.
“Al no amamantar se priva al bebé de obtener todos los beneficios
de la lactancia, aumentando los riesgos de diversas enfermedades”, añadió
Fiorella Espinosa.
Estos hallazgos son relevantes ya que durante el primer año de
vida el lactante inicia la formación de hábitos y preferencias alimentarias que
serán difíciles de modificar posteriormente, por lo que repercutirán en la
salud y nutrición futuras. Por ello, la alimentación complementaria adecuada
tiene un papel formativo.
La AHA subrayó que la OMS, denominó alimentación complementaria al proceso que inicia con la introducción
gradual y paulatina de alimentos diferentes a la leche materna, para satisfacer
las necesidades nutrimentales del niño y no necesariamente para destetarlo,
hasta integrarlo a la dieta familiar.
Sin embargo, durante el primer año de vida, la alimentación de los
niños dependen totalmente de sus padres o adultos que estén con ellos, mismos
que son influenciados por los profesionales de la salud, los medios de
comunicación y la industria procesadora de alimentos para niños lactantes.
De ahí la importancia de que desde la primera infancia, los padres
ayuden a formar buenos hábitos alimenticios, ya que los sabores aprendidos
durante esta etapa, sean dulces o salados, perduran para el resto de la vida y
pueden ser factores de riesgo para enfermedades como la obesidad, diabetes e
hipertensión arterial.
E incluso, los especialistas consideran que la buena alimentación
debe estar desde el momento de la gestación ya que diversos estudios demuestran
que los sabores de los alimentos habituales de la madre son transferidos a su
bebés por el líquido amniótico y por la leche materna; esto incrementa la
posibilidad de que el bebé acepte diversos sabores al momento de iniciar con la
alimentación complementaria, y es una manera de preparar al bebé al sabor de
otro tipo de alimentos.
MEGA NEGOCIO PARA LA INDUSTRIA
Al respecto, Alejandro Calvillo, director de El Poder del
Consumidor señaló que la industria está viendo a los bebés como un gran negocio
al ofrecer toda una gama de productos de alimentación y sustitutos de la leche
materna, presentando estereotipos de niños de apariencia saludable, bien
nutridos, cuando en la realidad no es así, ya que por el contrario, el consumo
de estos productos les acarreara problemas de salud a futuro.
“Las técnicas de publicidad y los etiquetados engañosos que
utiliza la industria para inducir el consumo de sus productos son generalmente
desleales y poco éticas. Es necesaria una regulación a la publicidad y el
etiquetado de los alimentos y bebidas que se dirigen a infantes y niños
mayores”, destacó.
Además la compra de fórmulas lácteas desequilibra las finanzas
familiares, ya que gasta entre 700 hasta 1 mil 700 pesos al mes dependiendo de
la edad y tipo de fórmula, en comparación a la lactancia materna que significa
salud y ahorros tanto en compra de sustitutos de la leche como en consultas
médicas.
Es por esto que exigen que el Estado mexicano debe obligar a la
industria de sustitutos de la leche materna a cumplir con el Código
Internacional para los Sucedáneos de la Leche Materna el cual prohíbe la
publicidad de estos productos y su promoción en hospitales por parte del
personal médico, salvo en caso de extremos.
Además, que se establezca un sistema de monitoreo y evaluación del
cumplimiento del código y que ante la violación de las normatividades
existentes haya sanciones fuertes.
Ante esta situación El Poder del Consumidor demanda:
--Que el Estado
mexicano cumpla con el Código Internacional para la Comercialización de
Sucedáneos de leche materna.
--Que el Estado
mexicano atienda las recomendaciones del Plan de Acción para la Prevención de
la Obesidad en la Niñez y la Adolescencia de la Organización Panamericana de la
Salud para proteger a los niños de la publicidad de alimentos y bebidas.
--Que la
Secretaría de Salud atienda las recomendaciones inscritas en el libro “Obesidad
en México: Recomendaciones para una política de Estado” respecto al tema,
presentadas por la UNAM, Academia Nacional de Medicina, el Instituto Nacional
de Salud Pública y el Instituto Nacional de la Nutrición.
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