miércoles, 9 de diciembre de 2020

 

FRENTE A LA INVASION DE LA CHATARRA, RESCATEMOS NUESTRA RIQUEZA ALIMENTARIA

 


*Una medida para para salir de las emergencias epidemiológicas por obesidad y diabetes, las principales causas de muerte en México que derivan de una mala alimentación principalmente proveniente del consumo de productos ultraprocesados

 

 

La principal causa de enfermedad y muerte en México se debe a deficiencias en la dieta, teniendo como una de sus principales causas el alto consumo de comida chatarra, de alimentos ultraprocesados.

Mientras los mexicanos son los mayores consumidores de ultraprocesados en América Latina (214 kg. por persona al año) la comida mexicana se vuelve uno de los mayores atractivos culinarios en los restaurantes más costosos del mundo.

La crisis sanitaria por el alto consumo de estos productos, contrasta con la riqueza de la cultura alimentaria en México que surge de la enorme diversidad biológica y cultural que se encuentra en el territorio nacional.

Mientras la llamada cocina mexicana es apreciada y altamente valorada internacionalmente, las prácticas agroculinarias regionales han sido desvalorizadas, estigmatizadas y obstaculizadas por políticas públicas inadecuadas, las actividades comerciales y la publicidad invasiva de alimentos y bebidas ultraprocesados que ofrecen modelos de vida aspiracionales.

Durante el Foro “Al rescate de nuestra riqueza alimentaria frente a la invasión de la chatarra por nuestra identidad cultural, nuestra salud y la del planeta” expertas en antropología y en ciencias de la sostenibilidad destacaron la riqueza de la cultura alimentaria y las prácticas agrícolas en la que se sustentan.

Al respecto, la doctora Yuriria Eugenia Iturriaga de la Fuente, investigadora independiente, maestra y doctora de la École des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS), Francia, y pionera mundial del criterio internacional para hacer que la UNESCO considerara las cocinas como patrimonio cultural (año 2000), destacó la importancia “del papel del policultivo milenario llamado milpa como eje de una política pública que pueda enderezar la destrucción de nuestra autosuficiencia en alimentos sanos y soberanía alimentaria. Sugerimos mecanismos compatibles a corto plazo y potencialmente extensivos hasta tomar todo el lugar que hoy ocupan los comestibles nocivos”.

De acuerdo con la doctora Isaura Cecilia García López, coordinadoea de Educación Continua y Vinculación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, “En términos históricos la alimentación es uno de los grandes problemas de la humanidad, el cual le ha permitido el desarrollo de diferentes tecnologías para la transformación del sabor, olor y textura de los alimentos como lo es el uso del fuego, el desarrollo de la agricultura y la domesticación de plantas y animales. El resultado fue la cocina tradicional, local con identidad y valor histórico. Sin embargo, en los últimos cien años poco a poco se ha desdeñado la alimentación tradicional para incorporar los productos alimentarios industrializados”.

Tania González Rivadeneira, estudiante de Doctorado en Ciencias de la Sostenibilidad por la Universidad Nacional Autónoma de México destacó que “México es un país de gran riqueza biocultural, pues alberga entre el 60% y 70% de la biodiversidad total del planeta; por otro lado, la gran variedad de culturas en México pone de manifiesto una multiplicidad de formas de relacionarse con la naturaleza y de concebir lo que llamamos riqueza alimentaria. La riqueza alimentaria en Mesoamérica empezó a dar forma a una biodiversidad culturalmente creada a través de los procesos de intercambio y selección sistémica ejercida sobre la biodiversidad. Las comunidades indígenas, campesinas, agricultoras quienes siguen aportando a enriquecer la biodiversidad de México”.

En conclusión, es esencial proteger, promover y revalorar nuestros alimentos, así como la riqueza de la cocina tradicional y las prácticas agrícolas y conocimientos tradicionales en que se sustentan, a través de políticas públicas y campañas públicas a nivel regional y nacional. Estas medidas deben ser desarrolladas sin conflicto de interés, con la participación de, y en diálogo con las comunidades indígenas y articulado el combate a la pobreza en el país. Estas políticas deben estar diseñadas a la par de otras que regulen y restrinjan la publicidad y disponibilidad de los ultraprocesados. Es fundamental que estas prácticas tradicionales y alimentos nativos sean protegidos por la identidad cultural que constituyen, y para garantizar la soberanía alimentaria, la biodiversidad y el derecho a la alimentación y la salud de los mexicanos.

 

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