FRENTE A LA INVASION DE LA
CHATARRA, RESCATEMOS NUESTRA RIQUEZA ALIMENTARIA
*Una medida para para salir de las
emergencias epidemiológicas por obesidad y diabetes, las principales causas de
muerte en México que derivan de una mala alimentación principalmente
proveniente del consumo de productos ultraprocesados
La
principal causa de enfermedad y muerte en México se debe a deficiencias en la
dieta, teniendo como una de sus principales causas el alto consumo de comida
chatarra, de alimentos ultraprocesados.
Mientras
los mexicanos son los mayores consumidores de ultraprocesados en América Latina
(214 kg. por persona al año) la comida mexicana se vuelve uno de los mayores
atractivos culinarios en los restaurantes más costosos del mundo.
La
crisis sanitaria por el alto consumo de estos productos, contrasta con la
riqueza de la cultura alimentaria en México que surge de la enorme diversidad
biológica y cultural que se encuentra en el territorio nacional.
Mientras
la llamada cocina mexicana es apreciada y altamente valorada
internacionalmente, las prácticas agroculinarias regionales han sido
desvalorizadas, estigmatizadas y obstaculizadas por políticas públicas
inadecuadas, las actividades comerciales y la publicidad invasiva de alimentos
y bebidas ultraprocesados que ofrecen modelos de vida aspiracionales.
Durante
el Foro “Al rescate de nuestra riqueza
alimentaria frente a la invasión de la chatarra por nuestra identidad cultural,
nuestra salud y la del planeta” expertas en antropología y en ciencias de
la sostenibilidad destacaron la riqueza de la cultura alimentaria y las
prácticas agrícolas en la que se sustentan.
Al
respecto, la doctora Yuriria Eugenia Iturriaga de la Fuente, investigadora
independiente, maestra y doctora de la École des Hautes Etudes en Sciences
Sociales (EHESS), Francia, y pionera mundial del criterio internacional para
hacer que la UNESCO considerara las cocinas como patrimonio cultural (año
2000), destacó la importancia “del papel del policultivo milenario llamado
milpa como eje de una política pública que pueda enderezar la destrucción de
nuestra autosuficiencia en alimentos sanos y soberanía alimentaria. Sugerimos
mecanismos compatibles a corto plazo y potencialmente extensivos hasta tomar
todo el lugar que hoy ocupan los comestibles nocivos”.
De
acuerdo con la doctora Isaura Cecilia García López, coordinadoea de Educación
Continua y Vinculación de la Facultad de Filosofía y Letras de la Benemérita
Universidad Autónoma de Puebla, “En términos históricos la alimentación es uno
de los grandes problemas de la humanidad, el cual le ha permitido el desarrollo
de diferentes tecnologías para la transformación del sabor, olor y textura de
los alimentos como lo es el uso del fuego, el desarrollo de la agricultura y la
domesticación de plantas y animales. El resultado fue la cocina tradicional,
local con identidad y valor histórico. Sin embargo, en los últimos cien años
poco a poco se ha desdeñado la alimentación tradicional para incorporar los
productos alimentarios industrializados”.
Tania
González Rivadeneira, estudiante de Doctorado en Ciencias de la Sostenibilidad
por la Universidad Nacional Autónoma de México destacó que “México es un país
de gran riqueza biocultural, pues alberga entre el 60% y 70% de la
biodiversidad total del planeta; por otro lado, la gran variedad de culturas en
México pone de manifiesto una multiplicidad de formas de relacionarse con la
naturaleza y de concebir lo que llamamos riqueza alimentaria. La riqueza
alimentaria en Mesoamérica empezó a dar forma a una biodiversidad culturalmente
creada a través de los procesos de intercambio y selección sistémica ejercida
sobre la biodiversidad. Las comunidades indígenas, campesinas, agricultoras
quienes siguen aportando a enriquecer la biodiversidad de México”.
En
conclusión, es esencial proteger, promover y revalorar nuestros alimentos, así
como la riqueza de la cocina tradicional y las prácticas agrícolas y
conocimientos tradicionales en que se sustentan, a través de políticas públicas
y campañas públicas a nivel regional y nacional. Estas medidas deben ser
desarrolladas sin conflicto de interés, con la participación de, y en diálogo
con las comunidades indígenas y articulado el combate a la pobreza en el país.
Estas políticas deben estar diseñadas a la par de otras que regulen y
restrinjan la publicidad y disponibilidad de los ultraprocesados. Es
fundamental que estas prácticas tradicionales y alimentos nativos sean
protegidos por la identidad cultural que constituyen, y para garantizar la
soberanía alimentaria, la biodiversidad y el derecho a la alimentación y la
salud de los mexicanos.
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