IMPORTANCIA
DE LA HIDRATACION PARA MANTENER EL CORAZON SANO
*En caso de
deshidratación es mejor ingerir suero que agua simple, más adelante le decimos
por qué
Cuando se habla de “hidratación”, y es un tema muy
cotidiano, se tiende de hecho a comentar más sobre deshidratación, lo que
resulta curioso de varias maneras.
Muchas veces la gente se pregunta cómo saber si están
bien hidratados o no. La respuesta es fácil, consiste en observar la primera
orina de la mañana.
Normalmente, esta debe ser abundante y clara,
prácticamente transparente; sin embargo, en muchos casos, por no decir la
mayoría, sucede lo contrario, la pipí se observa escasa, amarilla de tonalidad
oscura e incluso con un olor penetrante. Si esto último es el caso, la persona
está deshidratada.
Es importante lo anterior, pues en general se tiende a sobrevalorar
la ingestión de líquidos. La recomendación de ingestión diaria de líquidos del
Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición “Salvador Zubirán” para
adultos sanos es de 3 litros para las mujeres y de 3.750 en el caso de los
hombres.
Hay que resaltar que para alcanzar estas cantidades
cuenta todo: agua, te, café, leche, jugo, refresco y cualquier otro líquido,
así como sopas, alimentos caldosos y fruta.
Es importante, pues el estado de hidratación está
relacionado con la salud. Por ejemplo, se ha asociado la hidratación inadecuada
con deterioro de la salud mental, física y emocional. Puede afectarse el
desempeño tanto en tareas que requieren de atención como de destreza
psicomotora y memoria inmediata.
Cuando se restringe la ingestión de líquidos induciendo
déficits tan pequeños como 1.3% al 1.5% del peso corporal, se ha mostrado
declive del estado de alerta y de la capacidad para concentrarse, mientras que
aumentan progresivamente tanto el cansancio como el dolor de cabeza.
LO QUE SE IGNORA
Hay que aclarar que para sentir sed se requiere haber
perdido el 2% del peso; es decir, lo anterior se presenta mucho antes de que
siquiera se perciba sed.
También se han asociado con una hidratación inadecuada
estado de ánimo, función anormal de los riñones y estreñimiento.
Por si esto no fuera suficiente, comparados con
individuos adecuadamente hidratados, la probabilidad de ser obeso es 60% mayor
en individuos deshidratados. Es decir, la hidratación se relaciona directamente
con el peso corporal y este está íntimamente ligado con salud o enfermedad,
pues el exceso del mismo es factor de riesgo para diabetes, presión arterial
elevada y trastornos de las grasas (colesterol y triglicéridos) en sangre, que
afectan en forma directa al corazón.
Así pues, para cuidar el corazón, un buen
principio es estar correctamente hidratados. Pero, ¿cómo lograrlo?
De entrada, jamás debemos esperarnos a tener sed para
ingerir líquidos, pues ya estamos deshidratados. Por otro lado, las señales de
hambre y sed pueden ser confusas, por lo que muchas veces comer en lugar de
beber puede contribuir a la ganancia excesiva de peso.
Por lo tanto, lo ideal es consumir líquidos a lo largo
del día, tarde y noche (mientras se está despiertos) a traguitos, de manera
intermitente pero frecuente.
Cuando un bebé tiene diarrea y se deshidrata, no se le
pone la bebida de rehidratación (“suero oral”) en el biberón y se le ofrece; lo
que en realidad se lleva al cabo y ha salvado infinidad de vidas, es ofrecerle
pequeños tragos de la solución de rehidratación oral (que contiene la
combinación exacta de sodio y glucosa) en forma de cucharaditas o mediante
chorritos en la boca provenientes de una jeringa sin aguja.
Al final del día, la rehidratación consiste en pequeñas
tomas intermitentes con frecuencia, no grandes volúmenes en poco tiempo.
Para la vida diaria, esto se traduce en buscar qué
líquido(s) agrada(n) al paladar (muchas personas encuentran lo insípido del
agua simple potable, desagradable) y consumirlo(s) a lo largo del día, a
pequeños tragos, pero frecuentemente.
Hay personas que creen sin fundamento que el agua es lo
único que hidrata y esto, es un error. Absolutamente TODOS los líquidos
hidratan.
SUERO POR AGUA SIMPLE
De hecho, cuando ya se encuentra cierto grado de
deshidratación, el agua simple no es buena opción, pues una vez ingerida, se
absorbe a nivel intestinal, pasa a la sangre, se filtra en el riñón y se desecha
en la orina.
Para rehidratar a un sujeto, es requisito que el líquido
a utilizar contenga cierta cantidad de sodio (sal) y azúcar. De esta forma, se
absorberá con mayores avidez y velocidad en el intestino pasando a sangre más
rápido, se filtra en el riñón, pero se reabsorbe hacia la sangre precisamente
por su contenido de sodio y glucosa, expandiendo el volumen de la persona; es
decir, rehidratándolo.
Esto se aprendió cuando morían muchísimos menores de edad
a consecuencia de enfermedades diarreicas hasta que se investigó y se halló que
se perdían 90 partes de sodio (mili-equivalentes, mEq) por litro de heces, en
niños con cólera.
Se calculó cuánta glucosa se requería y a partir de
entonces, se salvaron miles de vidas mediante la rehidratación oral.
Luego se redujo la cantidad de sodio, pues
afortunadamente no todas las diarreas son secretoras (como el cólera) y se
introdujeron exitosamente las “soluciones de rehidratación oral de baja
osmolaridad”, que contienen entre 45 y 75 miligramos de sodio por litro.
Así, cuando un paciente está deshidratado, debe utilizar
bebidas que contengan sodio y glucosa, lo que, de paso, evitará que tenga que
levantarse durante la noche a orinar, pues retendrá el líquido que consuma en
su torrente sanguíneo.
Festejemos el Día Mundial del Corazón tomado líquidos
agradables a nuestro paladar, con o sin calorías, frecuentemente.