LA SOLEDAD PUEDE POTENCIAR
LA DEMENCIA
Las
conexiones sociales -y cómo nos sentimos al respecto- están estrechamente
entrelazadas con las propias redes de nuestro cerebro. Cada vez hay más pruebas
que subrayan la relación integral entre la soledad, el aislamiento social y la
demencia.
En
un análisis retrospectivo de 2022 de los datos del Estudio del Corazón de
Framingham, la neuropsicóloga de Cedars-Sinai la Dra. Mitzi Gonzales y otros
investigadores descubrieron que los participantes en el estudio que no estaban
genéticamente predispuestos a la demencia tenían tres veces más probabilidades
que sus compañeros de desarrollar la enfermedad en la década siguiente si se
sentían solos. Incluso los que sufrían soledad ocasional -tres días a la
semana- tenían un riesgo mayor.
El
aislamiento social, otra preocupación creciente entre aproximadamente una
cuarta parte de los adultos mayores estadounidenses que envejecen en su lugar
de residencia, puede aumentar la vulnerabilidad de una persona a la demencia
hasta en un 50%.
En
un mundo pospandémico y tecnológicamente avanzado, las personas están más
distanciadas físicamente pero más conectadas digitalmente, y los investigadores
del Cedars-Sinai y de todo el país están colaborando para desentrañar estos
complejos vínculos.
«Nos
faltan datos para caracterizar plenamente la escala y la magnitud de la
soledad», afirma Gonzales, director de Investigación Traslacional del Centro
Jona Goldrich de Alzheimer y Trastornos de la Memoria de Cedars-Sinai. «Es esencial
comprender lo que ocurre en el cerebro a la luz de estos cambios en la forma en
que nos conectamos».
«Como
seres humanos, estamos programados para buscar conexiones», señala la geriatra
de Cedars-Sinai la Dra. Allison Mays, cuyo estudio Leveraging Exercise to Age
in Place (LEAP) condujo a la creación del programa comunitario Forever Fit de
Cedars-Sinai. «No estamos hechos para estar solos».
Los
expertos están ponderando los hábitos sociales con la edad y los riesgos
genéticos y ambientales, como el acceso de los vecinos a espacios públicos,
para determinar quién puede ser más vulnerable a la soledad. En última
instancia, buscan intervenciones individuales y sociales.
«Podría
haber un periodo crítico para la socialización, como cuando se es joven y se
está en desarrollo, o cuando se envejece, se pierden seres queridos y es más
probable vivir solo», explica Gonzales. «A la inversa, la comunidad podría ser
más como un jardín que tenemos que cuidar y dar forma durante el resto de
nuestras vidas».

No hay comentarios:
Publicar un comentario