¿CÓMO CAMBIAN LAS NECESIDADES
DE PROTEÍNA CON LA EDAD?
La
proteína ha sido la estrella de los macronutrientes desde hace mucho tiempo. En
casi todos los pasillos del supermercado verás productos presumiendo la
cantidad de proteína por porción como si fuera un sello de calidad. Se le
agrega a todo: desde cremas de nuez hasta mezclas para hotcakes o botanas,
porque cada vez más personas buscan aumentar su consumo.
Aunque
la mayoría de nosotros alcanzamos —e incluso superamos— las recomendaciones
diarias de proteína, es importante seguir prestando atención a cuánto estamos
comiendo.
"La
proteína aporta los nutrientes necesarios para mantener y reparar el tejido
muscular", explica Amanda Meadows, nutrióloga clínica del Hospital Houston
Methodist. "Y aunque siempre ha sido importante para muchas funciones del
cuerpo, lo es aún más conforme envejecemos".
¿Qué
hace la proteína en nuestro cuerpo y cuánta necesitamos?
La
proteína es una molécula compleja formada por aminoácidos que dan estructura a
nuestros músculos, huesos, piel y cartílago. También participa en funciones
clave del sistema inmunológico, la digestión y otros procesos internos.
La
cantidad de proteína que necesita cada persona varía principalmente según la
edad, el género y el nivel de actividad física. Según las guías alimentarias
del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en
inglés), se recomienda un consumo diario de 0.79 gramos de proteína por cada
kilo de peso corporal. Para calcularlo, solo multiplica tu peso por 0.79.
Por
ejemplo, una persona que pesa 68 kilos:
68
x 0.79 = 53.72 gramos de proteína al día.
SALUD EN EL PESO ACTUAL
Eso
sí: esta recomendación está pensada sólo para mantener la salud en tu peso
actual. Nuestro cuerpo está en constante renovación, descomponiendo y
reconstruyendo proteínas todo el tiempo para reparar tejidos. Pero hay momentos
en la vida donde el cuerpo descompone más proteína de la que puede generar, y
necesita un extra para compensar. Es el caso, por ejemplo, de niños y
adolescentes en etapa de crecimiento, o de mujeres embarazadas o en periodo de
lactancia.
Después
de alcanzar la edad adulta, nuestras necesidades de proteína se estabilizan...
hasta llegar a una edad más avanzada.
“En
la vejez, especialmente a partir de los 70 años, nuestras necesidades de
proteína vuelven a aumentar”, señala la experta.
¿Por
qué necesitamos más proteína en la vejez?: A partir de los 30 años, podemos
perder entre el 3% y el 5% de nuestra masa muscular por década. Esta pérdida
muscular relacionada con la edad se llama sarcopenia, y puede afectar nuestra
fuerza, disminuir el tamaño de los músculos, alterar el equilibrio, la
movilidad y la resistencia. Todo esto se traduce en dificultades para caminar,
subir escaleras o realizar actividades cotidianas.
Datos
del USDA muestran que las personas mayores de 71 años consumen menos proteína
que los adultos entre 60 y 70. De hecho, casi el 50% de las mujeres y el 30% de
los hombres mayores de 71 no alcanzan el mínimo recomendado.
“Los
adultos mayores suelen no cubrir sus requerimientos diarios de proteína porque
tienen menos apetito, cambios en el gusto o dificultades para masticar”,
comenta la nutrióloga clínica.
Pero
si tenemos suerte, todos vamos a envejecer. Y aunque la pérdida de músculo es
parte natural del proceso, no significa que no podamos hacer nada al respecto.
¿Cómo
combatir la pérdida de masa muscular con la edad?: No es necesario esperar
a los 70 para hacer algo al respecto. Cualquier persona que quiera prevenir la
pérdida de músculo puede empezar a cualquier edad, y el primer paso casi
siempre está en hacer cambios en la rutina de ejercicio.
“Se
recomienda incluir ejercicios de resistencia junto con una dieta adecuada en
proteína para minimizar la pérdida muscular relacionada con la edad”, indica la
experta del Hospital Houston Methodist.
AUMENTAR LA MASA MUSCULAR
El
entrenamiento de fuerza progresivo —también conocido como resistencia— es el
tipo de ejercicio más eficaz para mantener o aumentar la masa muscular. Aunque
muchas personas piensan en pesas, también puedes usar tu propio peso corporal,
bandas de resistencia o mancuernas; no necesitas ir al gimnasio. Además, los
ejercicios con peso corporal son de bajo impacto, ideales si apenas vas
comenzando o tienes molestias articulares.
“Un
fisioterapeuta o especialista en ejercicio puede ayudarte a crear una rutina
que se adapte a tus necesidades”, sugiere la nutrióloga clínica. “Y siempre es
buena idea hablar con tu médico antes de comenzar cualquier programa nuevo,
sobre todo si ya tienes alguna condición crónica o lesión”.
Para
las personas mayores que entrenan fuerza y quieren mantener o ganar músculo, el
consumo de proteína podría aumentar hasta entre 0.99 y 1.3 gramos por kilo de
peso corporal al día. Esto es considerablemente más alto que las
recomendaciones generales del USDA, así que conviene consultar con un médico o
nutriólogo para saber cuál es la cantidad ideal para cada caso.
“Consumir
demasiada proteína también puede tener efectos negativos en el corazón, los
riñones o el sistema digestivo”, advierte la experta. “Las personas mayores sí
necesitan más proteína, pero quienes viven con condiciones crónicas deben
definir sus necesidades con su equipo de salud”.
¿Cómo
incluir más proteína en tu alimentación?: La proteína puede venir de
fuentes animales o vegetales: carne, lácteos, nueces, vegetales, granos y
legumbres como los frijoles. Incluir un poco de proteína en cada comida
—incluso en las colaciones— ayuda a alcanzar la meta diaria y a fomentar un
crecimiento y reparación muscular más constantes.
“Incluye
proteína en el desayuno y en tus snacks para que tu ingesta esté mejor
distribuida durante el día”, recomienda la nutrióloga Meadows. “Prueba con
requesón, yogur alto en proteína, salmón ahumado o huevos cocidos para un
desayuno rico en proteína. Y como snack, atún en sobre, garbanzos tostados o
edamames (vainas de soja)”.
Eso
sí, no caigas en el error de simplemente agregar carne o lácteos a todo. Muchas
carnes aportan grasas saturadas que no son saludables. Lo mejor es elegir
cortes magros o productos bajos en grasa, especialmente si tienes problemas de
colesterol o presión arterial. Las dietas ricas en proteínas pero basadas en
carnes rojas o procesadas se han relacionado con mayor riesgo de enfermedades
cardíacas y diabetes.
“Obtener
proteína de diferentes alimentos es clave”, concluye la experta del Hospital
Houston Methodist. “Ya sea de nueces, frijoles, quinoa, edamames, legumbres o
cereales integrales, consumir una variedad de fuentes proteicas te aporta una
mezcla más rica de vitaminas, minerales, grasas saludables, algo de fibra y
antioxidantes. No se trata sólo de comer proteína por comer, sino de ver el
panorama completo de tu nutrición”.

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