viernes, 17 de junio de 2011

CRONODIETAS



Hormonas, las culpables de
almacenar grasa en el cuerpo

Dolores RODRÍGUEZ RAMÍREZ
Actualmente se dice que someterse a una dieta, cualesquiera que sea, le resta años de vida a quien la pone en práctica, por lo que lo más aconsejable es cambiar los hábitos alimenticios o “engañar” al organismo para que no acumule grasa.
Pero, ¿cómo se hace esto? Se preguntarán los lectores. Muy fácil, a continuación le diremos algo muy importante que nadie se atrevió a decirle o simplemente ignoraba.
En una extensa plática con el doctor Eduardo Castañeda, especialista en Nutrición, nos transmitió algunos de sus conocimientos para las mujeres que pretenden perder peso de forma efectiva y natural, a fin de que no se afecte la salud.
El exceso de peso, sea hombre o mujer, no sólo afecta el físico, sino que además se convierte en factor de riesgo para padecer algunas patologías como los problemas cardio y cerebro vasculares.
Sin embargo, la decisión de perder kilos beneficia primordialmente a la salud, por lo que someterse a la misma dieta que ayudó a la vecina, ayunar hasta el desmayo, privarse de una o dos comidas, o prolongar un régimen sin supervisión médica puede resultar más grave que estar “gordito”.
Por supuesto que no le aconsejaremos ninguna de las dietas en las que se cuentan puntos, o se consumen solamente proteínas, o un solo alimento, sino que intentaremos explicarle por qué el cuerpo quema grasas y azúcares por la mañana mientras que por la noche los almacena.
Para empezar, nada de lo que sucede en el organismo es parte de la casualidad, sino que es el resultado de los múltiples influjos psico-neuro-endócrinos a los que responde en cada momento de una determinada manera.

VARIACIÓN INTERNA

Pero no todas las personas tienen los estímulos internos en la misma franja horaria. Algunas son madrugadoras y otras trasnochadoras, aunque se hayan determinado horarios precisos para sentarse a comer, que generalmente se adaptan a los ritmos de secreción hormonal en cada individuo. Sin embargo, a lo largo de las 24 horas del día, la secreción de las hormonas es desigual, es decir, estados máximos y mínimos.
Durante las primeras horas, el ciclo de iluminación natural eleva el dinamismo individual, pero a partir del final de la tarde desciende y disminuye de manera considerable hacia la madrugada.
En tanto, los tiempos internos que dependen de las secreciones hormonales regulan las comidas, la actividad física, las necesidades fisiológicas y hasta las relaciones.
De esta forma la insulina tiene tres picos consecutivos al desayuno, comida y cena. La secreción es de una hora y puede aumentar hasta cuatro o cinco veces después de tomar alimento. No obstante, durante el descanso nocturno la secreción es muy baja.
Otra hormona, el cortisol, establece el ritmo del sueño-vigilia, inhibe la insulina y dificulta la captación de la glucosa.
El nivel más alto, que se sitúa a primera hora del día, sufre un descenso a media mañana y produce una baja de glucemia, lo que obliga a comer algo. A lo largo del día presenta otras dos bajas moderadas –en la comida y a media tarde- y sigue disminuyendo progresivamente hasta que induce al sueño hacia la medianoche.
Estos ritmos se registran cada día y con un orden cronológico preciso, y se manifiestan con sueño, cansancio o hambre.
Por ello, a lo largo del día el organismo atraviesa por “bajones” directamente relacionados con la falta de energía para seguir enviando señales de diversos tipos: hormonales, metabólicas, organogástricas, sensitivo-sensoriales, entre otras.
En un organismo normal estas señales están en equilibrio y responden a los siguientes horarios: de las 8 a las 9 de la mañana el cortisol está en su nivel más alto, es decir, hay glucemia sanguínea y comienza a secretarse la insulina a medida que se produce la mayor caída de éste.
En este momento lo mejor es un desayuno bajo en hidratos de carbono, para que la absorción sea lenta y se llegue sin hambre hasta la hora de comer. El resultado: se quema grasa. Por lo que no basta con beber un café con leche, es mejor añadir un plato de frutas y una tostada.
Hacia las doce del día puede haber una caída de glucosa en la sangre, acompañada de un ligero mareo, sudoración en manos y alteración del pensamiento, por lo que debe tomarse una fruta o un vaso de jugo --mejor si es de naranja--, que ayudará a reponer la glucemia y, sobre todo, se evita una sobreingesta a la hora de la comida.
Si toma proteína o algo con grasa, la absorción será lenta y llegará con hambre a la hora de comer, lo que propicia el acumulamiento de grasa.
Entre las tres y cuatro de la tarde se registra una baja de catecolaminas en la sangre (adrenalina, noradrenalina y dopamina), lo que provoca otra alteración. También hay una caída de cortisol y un aumento progresivo de la insulina, que introducirá la glucosa en el interior de las células para obtener más energía, proceso que se prolonga por cuatro horas.
Como ésta es la hora de la comida, lo mejor es comenzar con un poco de fruta o jugo, excepto agua, lo que satisfará al estómago y permite el paso de la glucemia rápidamente a la circulación mandando estímulos al centro inhibidor del apetito.
La comida, generalmente es un acto social y afectivo y en algunos individuos despierta el proceso llamado “refuerzo secundario”, que lo obliga a consumir alimentos que le traen recuerdos agradables y placer al comer. Sin embargo, posteriormente causan detrimento del rendimiento intelectual y dificultan la actividad laboral. El resultado inmediato será acumular grasa.
Hacia las seis de la tarde, hay sensación de falta de energía, sobre todo en un día de intenso trabajo o si se permanece mucho tiempo sentado. La toma debería ser de una fruta o un vaso de leche azucarada, porque si se recurre a las galletas o cualquier otro bocadillo que aporte carbohidratos o proteínas, se activa la acumulación de grasa.
Entre las diez y once de la noche comienza el ascenso de la insulina y el descenso de cortisol de forma paulatina hasta la madrugada. Al término de la jornada el cuerpo se prepara para el descanso nocturno y disminuye la temperatura corporal, pero también se produce una pérdida de tono y el metabolismo comienza a bajar, por lo que es más adecuado una toma ligera de un solo plato que, a su vez, propicia la quema de grasa.
Si prepara una cena copiosa como si fuera comida se provoca que el organismo responda a un hecho fisiológico. Durante la noche la secreción de insulina es muy baja y los niveles de glucemia se obtienen de los depósitos de glucógeno.
Como no se introduce rápidamente en las células, se metaboliza a partir del hígado para transformarse en depósito graso.
Paralelamente, el cortisol aumenta de forma alarmante hasta la primera hora de la mañana y aumenta el nivel glucídico en la sangre. Con una cena copiosa este equilibrio se rompe fácilmente y por ello se gana peso.
Para cuando sienta la necesidad de comer una galleta a media tarde, piense que la misma le aportará el doble de carbohidratos después de las tres de la tarde, por lo que es mejor reemplazarla por un vaso de yogur o una fruta.
Igualmente, si pretende perder peso poco a poco sin privarse de nada, coma más por la mañana y ligero por la noche. De ninguna manera deje de lado la cena, a menos que haya devorado un trozo de pastel en la merienda. Mejor aficiónese a la fruta o yogur o bebida ligera como tés.
Inclínese por los cereales y sus derivados, como arroz, pastas, copos de trigo y avena en el desayuno; a media mañana frutas ricas en calorías como aguacate, mango, plátano, chirimoya, higos y frutos secos.
Deje las proteínas para la comida: huevo, pescado, lácteos, carnes, menos las muy grasas y embutidos; atibórrese de  verduras y vegetales; pero elimine por un tiempo las alcachofas, coles de Bruselas, zanahoria y tomates.

METABOLISMO SEGÚN LA EDAD

No todos los organismos metabolizan de igual forma los alimentos, sobre todo en las mujeres, los cambios hormonales que sufren al cruzar la barrera de los 40 años, provocan aumento de peso y en algunas es difícil que los pierdan rápidamente.
Sin embargo, las mujeres que están cerca de la menopausia no deben abandonarse a su suerte, porque el sobrepeso tiene remedio. Sólo es cuestión de tomar una decisión.
En las mujeres más jóvenes, lo aconsejable es que cuiden todo aquello que comen sin ton ni son, y modifiquen sus hábitos diarios, más una buena cantidad de agua. Aunque no siempre es aconsejable beber más de dos litros diarios.
Las “maduritas” tendrán que culpar a las células grasas, que realizan una labor de almacén o reserva de lípidos. Es como si estas células sintieran pánico por no hacer su tarea cuando se presentan los “bajones” de hormonas y creen que hacen lo necesario para mantener la salud física y mental: acumular grasa.
Para explicar esto, basta recordar lo que sucede durante la pubertad, cuando una oleada de estrógenos despertó a las células grasas de pechos, nalgas y caderas para convertir el cuerpo de una niña en una mujer curvilínea.
Las células se asientan y no desaparecen, necesitan almacenar grasa para el inicio de la menstruación a fin de proteger dicho cuerpo y a los futuros hijos de una posible hambruna. Este proceso no lo han podido descifrar ni los investigadores.
Lo más lógico sería que al llegar a la menopausia, que conlleva la ausencia de estrógenos, el cuerpo perdiera grasa puesto que ya no la necesita para proteger los embarazos, pero las células grasas se preocupan por los trastornos ligados a esta etapa en la vida de la mujer (como pérdida de memoria, fatiga, osteoporosis o sofocos).
Por eso, cuando la producción de estrógenos comienza a descender –a partir de los 30 años de edad- las células grasas se expanden y los primeros signos de que se está llegando a la edad media se presentan en el estómago u la cintura.
Paralelamente también disminuyen los compuestos químicos cerebrales relacionados con el bienestar, como la serotonina. A fin de equilibrar los niveles de esta hormona, el cuerpo necesita con urgencia azúcar, chocolate o almidón.
Cabe recordar que a partir de los 35 años de edad, la mayoría de las mujeres que llevan una vida sedentaria pierden un promedio de 225 gramos de masa muscular por año, y a mayor pérdida de músculo, almacena más calorías en forma de grasa.
Cuando llega la menopausia, los periodos cambian, el ansia por la comida se hace cada vez más intensa y se pierde más masa muscular. El cuerpo necesita menos calorías, pero si se come igual que cuando se tenía menos edad, se acumulan kilos con mayor facilidad.
Al llegar a los 50, la mayoría de las féminas cruzaron ya la postmenopausia, lo que supone un alivio porque el humor y el peso se estabilizan. Sin embargo, ninguna mujer debiera esperar hasta los 55 para recuperar la línea, porque puede cambiar el funcionamiento de las células grasas y hacer que almacenen grasa.
Los expertos recomiendan que se practique un ejercicio aeróbico porque saca la grasa de las células hacia el torrente sanguíneo, que las transporta a los músculos para quemarla.
Además de este ejercicio, que se debe variar de vez en cuando, debe nadar, correr o caminar.
Aunque parezca sorprendente, lo recomendable es no someterse a ninguna dieta, ya que cuando al organismo se le priva de comida es capaz de buscarla donde sea y en abundancia.
Los adepocitos comienzan a trabajar de forma más eficiente y acumulan grasa. El resultado es que no se pierde ni un gramo de grasa. Para evitar este panorama, es mejor reducir la porción de alimento y visualizar que cada extra que se ingiera se convierte en volumen graso.
Comer a menudo previene los atracones y ayuda a ingerir menos cantidad de alimento; además, cinco o más pequeñas comidas al día son una fuente de azúcar para el cerebro, que equilibra los cambios de humor y mantiene la energía.


martes, 7 de junio de 2011

CAFEINA

¿Por qué deshacerse del café?

*Descubra las mentiras que se dicen en torno a éste


¿Se puede imaginar un fin de comida sin café o una tarde cualquiera sin una taza de esta aromática bebida? Por supuesto que no es indispensable, pero muchas veces no se puede prescindir de ella.
Sin embargo, si no puede dejar de tomar más de tres tazas al día, ¡cuidado!, porque tal vez está ingiriendo cafeína de más que puede afectar su organismo. Y si se está preguntando –con algo de culpa- si debería dejarla. La respuesta es: no necesariamente.
La cafeína es la droga más popular y más estudiada, que afecta cada organismo de forma diferente. Es un potente estimulante que puede mantenerle despierto, pero también puede provocar agitación, aumento de adrenalina, presión arterial alta, alteración en el ritmo cardiaco y hasta un simple dolor de cabeza.
Puede crear un hábito, pero no adicción, y ser causa de síntomas temporales de fatiga. Con cada sorbo de café tenga presente que aumenta los niveles de epinefrina y norepinefrina, las hormonas que originan estrés.
En las mujeres, la cafeína bloquea la adenosina, una sustancia química del cerebro que ayuda a la relajación y por ende el sueño.
Esta “inofensiva” sustancia estimula la vejiga para excretar más orina, que a la vez puede conducir a una deshidratación leve, pero que se confunde con diurético.
Estimula la producción de pequeñas cantidades de dopamina, hormona que levanta el ánimo, y permite que los ácidos grasos ingresen al torrente sanguíneo para aumentar el nivel de energía. Algunas personas pueden beber café y dormir profundamente, mientras que otras pierden el sueño por largo tiempo.
Y, lo más ignorado: la cafeína estimula la actividad del intestino grueso, actuando como laxante. Pero la verdad es que no todo es malo en la cafeína y consumirla de forma moderada puede traer algunos beneficios. Una o dos tazas de café al día protegen de cálculos biliares, alivian el asma y hasta ayudan a perder peso.
El té, el café y el chocolate, los tres portadores de cafeína, contienen antioxidantes que tienen sus propios beneficios, como la disminución del riesgo de cáncer y problemas cardiacos. La verdad es que parece ser que el café no afecta positiva o negativamente el riesgo de cáncer.
Pero antes de prescindir de la taza de café a cualquier hora, consulte al médico para detectar si su organismo tiene algún riesgo de salud que lo obligue a eliminar definitivamente la cafeína o solamente reducir su consumo diario.



AYUDA A LA SALUD

Una cantidad moderada de cafeína no hace daño y hasta puede ayudar a prevenir algunas dolencias. Si sufre de sobrepeso, una taza de café o té antes de practicar una rutina de ejercicio podrían aportar un impulso adicional al metabolismo, permitiendo que la cafeína libere la grasa acumulada, de suerte que el cuerpo pueda quemarla para obtener energía.
Al parecer la cafeína y otros compuestos en el café reducen la cantidad de colesterol en la bilis, el jugo digestivo de la vesícula. Cuando el colesterol en la bilis aumenta de nivel, éste se puede cristalizar y formar cálculos.
Cuando el nivel de colesterol es alto, no es la cafeína lo que debe preocupar, sino el cafestol y el kahweol, dos compuestos del café, especialmente en el no filtrado, como el instantáneo o el que se prepara en cafeteras de presión.
Estos elementos se remueven al utilizar los filtros de papel o de metal. Si quiere comprobarlo, use un filtro de papel antes de beber una taza de café instantáneo.
En cuanto a los cálculos renales, lo mejor es beber agua en demasía y cuando mucho dos tazas de café al día. De acuerdo con algunos especialistas, cuando los enfermos de asma bebieron hasta tres tazas de café experimentaron un 25 por ciento menos de ataques.
Durante un evento de asma, los conductos de aire en los pulmones se cierran y causan la sensación de falta de aire. La cafeína está vinculada con la teofilina, un medicamento contra el asma, relaja los músculos y conserva abiertos los conductos respiratorios.
Toda persona susceptible a sufrir un descenso de la presión arterial después de una comida copiosa (hipotensión postprandial), con una taza de café o té evitará la fatiga, el mareo, la visión borrosa o hasta los desmayos. En este caso la cafeína acude al rescate elevando la presión arterial.
Las mujeres que están en la etapa de la menopausia tampoco tienen por qué dejar de beber café, pese a que con la cafeína aumenta el riesgo de sufrir osteoporosis e interferir en la absorción del calcio. Basta con añadir dos cucharadas de leche entera a cada taza de té o café para anular tal efecto.
Las causas para no disfrutar de una deliciosa taza de café pueden ser variadas, entre otras, si se sufre de insomnio, nerviosismo, temblores, irritabilidad, incapacidad de concentración y desorientación.
Pero es aconsejable que además suspenda la ingesta de té, chocolate y bebidas de cola. Porque puede que la cafeína sea solamente una pequeña parte del problema.
Por otra parte, es cierto que la cafeína actúa como estimulante, pero puede ser por muy poco tiempo y es posible que reduzca la efectividad de ciertos medicamentos antidepresivos. Es mejor que consulte al médico si se encuentra bajo tratamiento contra la depresión.
En opinión de algunos especialistas, la cafeína puede hacer más difícil la concepción y aumentar los riesgos de aborto, y ser responsable del peso bajo en el recién nacido, por lo que las mujeres embarazadas deben consumir el café con moderación.
Por su parte, la FDA de Estados Unidos recomienda que cuando se está lactando también se disminuya la cafeína, porque existe la posibilidad de que pase a la leche materna, en perjuicio de la salud del bebé.
Para quienes sufren de úlceras pépticas y acidez, es un alivio saber que no es la cafeína la que estimula la secreción de ácidos digestivos, sino otras sustancias en el café y el té, que agravan la indigestión, el reflujo gastroesofágico y las úlceras.

CUÁNDO SUSPENDER EL CAFÉ

Aquellas personas que sufren de hipertensión deben reducir o eliminar la cafeína, ya que puede elevarla en 10 puntos más con el riesgo de un ataque cardiaco o derrame cerebral.
Igualmente, si sufre ataques de pánico o de frecuentes dolores de cabeza o migraña, reduzca gradualmente el consumo de café hasta eliminarlo del todo.
La suspensión abrupta del café puede causar irritabilidad, depresión, letargo, modorra, náusea, dolor de cabeza o vómitos, síntomas que pueden durar días o semanas.
Para que el proceso sea más fácil, cambie el café por té, después de una semana o dos, inclínese por las tisanas de hierbas, hasta que logre eliminar por completo la cafeína.
Y un último consejo: si quiere mantenerse alerta y con energía sin cafeína, duerma el tiempo suficiente, sustituya el tiempo del café por un poco de ejercicio, ingiera porciones pequeñas de comida con más frecuencia –la ingesta de alimento en abundancia provoca debilidad-, y evite el alcohol, ya que es un antidepresivo, pero puede causar somnolencia.

CHLAMYDIA

La Chlamydia pneumoniae,
¿bacteria que causa infartos?


Por mucho tiempo se dijo que las gripas, los resfriados, los constipados o una simple tos eran causados por un virus, aparentemente no identificado aún. Posteriormente, los investigadores científicos encontraron que la Chlamydia pneumoniae, bacteria prácticamente desconocida, era la causante de muchas neumonías en infantes y adultos. También se descubrió que juega un importante papel en el asma bronquial.
Sin embargo, los resultados de las investigaciones son alarmantes, porque al parecer este microorganismo está relacionado con los infartos y otras patologías cardiacas, como el infarto al miocardio, angina de pecho y muerte súbita.
De confirmarse que este patógeno es el responsable de estos daños, se le considerará como otro importante factor de riesgo cardiovascular y probablemente podrá combatirse con antibióticos.
Esta bacteria se contagia por la vía aérea y causa procesos infecciosos que afectan el aparato respiratorio, desde las vías altas (faringe-amigdalitis) como las bajas (pulmones y bronquios), y puede provocar un simple constipado nasal o una neumonía mortal.
Este microorganismo puede no generar un proceso detectable, por lo que se estima que la infección sin síntomas es la más frecuente. De acuerdo a los informes de los especialistas, el 50% de la población en todo el mundo alguna vez ha tenido contacto con ella, cuya prevalencia aumenta con la edad y el sexo masculino.
Los investigadores afirman que su posible relación con la enfermedad coronaria y el asma bronquial la podrían hacer resistente a los fármacos, si se le ataca indiscriminadamente con antibióticos.
Se ha localizado a la Chlamydia Pneumoniae en el endotelio (pared interna de los vasos sanguíneos, aunque cuando entra al organismo se mantiene en las células respiratorias y posteriormente emigra a las paredes arteriales, primordialmente a las coronarias. También se la ha ubicado en otras grandes arterias como la aorta y la carótida.
La obstrucción de cualquiera de estas arterias puede dar paso a la placa de ateroma y, en consecuencia, a la arterioesclerosis. Sin embargo, aún no se ha determinado a ciencia cierta si esta bacteria genera la placa de ateroma o si sólo contribuye a acelerar su proceso de formación, acelerando la oclusión del vaso.
El probable papel como agente patológico puede ser como la causa de infección aguda, es decir, que precipita la rotura de la placa de ateroma, o como infección crónica que induce su desarrollo y crecimiento.
En ambos casos, sería uno más de la lista de factores de riesgo cardiovascular, lo que significa que habrá que modificar el tratamiento de algunos pacientes en las que se sospecha que han tenido contacto con esta bacteria o que han pasado por un episodio de infección respiratoria por su causa.
Los últimos estudios evidencian que las personas que han sufrido un evento coronario y que recibieron tratamiento con antibióticos, redujeron el riesgo de padecer nuevos episodios. Igualmente, se ha observado que la terapia con antibióticos, en concreto con macrólidos, reduce la tasa de mortalidad de un infarto, así como las complicaciones cardiacas en pacientes que ya tuvieron un cuadro de estas características.

ASMA BRONQUIAL

Al parecer, no es tan evidente la relación entre este microorganismo y el asma bronquial, pero se estudia a fondo su implicación en las crisis agudas de este padecimiento y algunas alergias causadas por agentes del medio ambiente.
En principio, se han detectado un mayor número de anticuerpos frente a esta bacteria en pacientes con infección aguda respiratoria y reacción asmática, pero en tanto no se cultive el germen en la mucosa bronquial, el resultado no será definitivo.
Existe una hipótesis que sostiene que la infección crónica por Chlamydia podría causar una reacción inmunológica responsable del asma bronquial crónica, que si se confirma, estos procesos se pueden tratar con antibióticos macrólidos.
Sin embargo, pese a que los antibióticos pudieran mejorar a los pacientes con asma crónica y que los mejores resultados se obtendrían si se detecta a tiempo la presencia de la bacteria, es aconsejable no recurrir a los antibióticos a menos que se realicen ensayos que confirmen los riesgos y beneficios.
Aunque la prevención no es fácil, hay medidas higiénicas que minimizan el riesgo de contagio. Como éste es de persona a persona, deben evitarse ambientes sobrecargados y mal ventilados, además de limitar el tiempo que se está con una persona infectada con este microorganismo o con padecimientos bronquiales graves.
La contaminación del medio ambiente es un vehículo ideal para la transmisión de gérmenes, por lo que se aconseja inspirar por la nariz, ya que la mucosa que recubre las fosas nasales caliente y depura el aire que penetra por ellas.
La presencia de procesos que comenzaron con otitis, sinusitis, laringitis, faringitis o ronquera, alertan sobre la posible presencia de la bacteria, para lo cual un diagnóstico precoz y exacto evita complicaciones más graves.
Toda detección oportuna permite aplicar el tratamiento idóneo con antibióticos macrólidos, toda vez que esta bacteria es especialmente sensible a la claritromicina, un macrólido de última generación.

CHOCOLATE

El chocolate, dulce tentación que
debería consumirse diariamente

Desde siempre, las madres y abuelas mantienen a los niños alejados del chocolate, sobre todo a los adolescentes, con el mito de que es malo para la salud, engorda, causa acné y otros inocentes cuentos, porque afortunadamente sólo se trata de “mitos” que a grado tal lo han satanizado y aún está catalogado como alimento prohibido.
Y, efectivamente, el chocolate es una dulce tentación para todos y todas que debe estar en la dieta de todo mundo. Sin embargo, cuidado, porque no todo el chocolate vale la pena de estar en nuestra mesa. Hay que revisar las etiquetas y ver quién y de donde viene.
Si nos remontamos al pasado, los aztecas lo consideraban el más preciado regalo de los dioses, y para agasajar a príncipes e invitados importantes de otras tribus les ofrecían cacao o chocolate en diferentes presentaciones, incluyendo bebidas y viandas.
Por lo pronto, los expertos descubrieron que es una delicia cardioprotectora que tiene múltiples virtudes antioxidantes y un potente aliado contra el cáncer y el infarto, además de que no engorda ni es causante de barros y espinillas en los rostros de los adolescentes y gente joven.
Aunque no se encuentra en la lista de nutrientes saludables los últimos estudios científicos le confieren un puesto muy destacado en una dieta equilibrada, no sólo como sustancia que alivia la depresión y mejora el estado de ánimo, sino como protectora de problemas cardiovasculares o el cáncer.
En contra de lo que se creía el chocolate refuerza las defensas del organismo y no favorece el desarrollo de la obesidad. La clave se encuentra en uno de los componentes del cacao: los polifenoles. De ahí la importancia de saber de dónde viene el chocolate “no prohibido”. El que no se fabrica con químicos.
El cacao crece en los árboles theobroma cacao y al ser un alimento vegetal, sus productos finales como chocolate y cacao en polvo (cocoa) son ricos en sustancias que favorecen el estado de alerta y el rendimiento intelectual. Gran parte de su valor nutritivo se conserva en las dos formas de chocolate: negro, por su mayor contenido de cacao que tiene el beneficio añadido de ser rico en minerales, como el fósforo y el potasio; y blanco, es decir con leche, porque aporta calcio, hierro, magnesio y zinc.
Los polifenoles del cacao tienen altas concentraciones de antioxidantes, que protegen y refuerzan las defensas del organismo del desgaste cotidiano. Estos compuestos fotoquímicos captan la acción de los radicales libres, lo que potentiza el sistema inmunológico de forma más eficaz.
Su acción antioxidante influye en el proceso contra el envejecimiento de las células cutáneas y, además, se relaciona con otra de las áreas que más interés científico despierta: el cáncer.
De hecho, al parecer los polifenoles del cacao reducen la proliferación de las células cancerígenas, especialmente en el aparato digestivo. El mismo efecto se ha sugerido en los polifenoles del té porque contiene la misma molécula.
Por el momento, los primeros datos sobre la capacidad anticancerígeno del chocolate se obtuvieron con los estudios que sobre el cacao se realizaron en el Instituto del Cáncer de Estrasburgo. Los científicos confían en reforzar sus hipótesis sobre el potencial anticancerígeno del chocolate, teniendo en cuenta la elevada cantidad de polifenoles que contiene el cacao.

OTRAS VENTAJAS

No engorda. A pesar de la grasa que contiene, ésta no es mala; un tercio de ella es ácido oleico, grasa monoinsaturada que procede del aceite de oliva y que reduce el colesterol total y el colesterol malo. Otro tercio es ácido esteárico, una grasa saturada que tiene efecto neutro sobre el colesterol en la sangre. El resto es el ácido palmítico, otra grasa saturada, que solamente proporciona energía.
De acuerdo a los estudios antes mencionados, éstos sugieren que no todas las grasas saturadas actúan de igual forma en el organismo. El problema aparece cuando la cantidad de grasa que se ingiere es mayor a la que el organismo necesita.
Se ha comprobado que los problemas de sobre peso tienen, muchas veces, su origen en factores que van desde alteraciones genéticas a la falta de ejercicio.
Otra de las ventajas de consumir chocolate y que todos ignoran es que tampoco es causante de las picaduras de los dientes. Esto más bien responde a la agresividad de los alimentos contra el esmalte dental, sobre todo de acuerdo con el tiempo que están en contacto con la boca.
El chocolate no permanece mucho tiempo frente a otros alimentos que sí se adhieren al esmalte dental. Y lo más importante, los polifenoles del cacao reducen la actividad de las bacterias que atacan el esmalte dental.
Entonces, usted decide qué cantidad de chocolate debe comer la familia y de qué tipo.

ALZHEIMER

Enfermedad de Alzheimer, la
más común de las demencias

La enfermedad de Alzheimer es la más común de las demencias y se trata de una patología senil, que causa la pérdida de la capacidad intelectual y que involucra fundamentalmente los procesos de memoria y la afecta a corto plazo.
Es un padecimiento progresivo, degenerativo del cerebro y provoca deterioro de memoria, de pensamiento y de conducta. Es decir, el enfermo experimenta o siente confusión; desorientación en tiempo y espacio, cambios en su personalidad y conducta; alteración en el juicio; dificultad para finalizar ideas o pensamientos y seguir instrucciones, pérdida en la habilidad del lenguaje, dificultad para pronunciar y encontrar palabras adecuadas para expresarse, y finalmente la incapacidad impide que se valga por sí mismo.
Los síntomas del Alzheimer generalmente afectan a personas mayores de 65 años de edad, aunque también pueden presentarse a los 40 o 50 años.
Después de los 80 años, la cifra llega al 40 por ciento y se calcula que para el año 2020, el diez por ciento de la población estará en predisposición de padecerla.
Los principales factores de riesgo para padecer la enfermedad de Alzheimer son: el género, las mujeres tienen una mayor probabilidad, debido a que su expectativa de vida es mayor; la escolaridad, es decir, cuando la persona tiene un mayor grado de estudios la probabilidad de enfermarse es menor; la edad, y la carga genética, porque si en la familia hay algún enfermo, la probabilidad aumenta considerablemente.
El punto importante en las investigaciones es que esta enfermedad podrá diagnosticarse de manera temprana a través de la memoria olfativa, a fin de brindar al paciente la orientación y el tratamiento que retarden la aparición de los síntomas.
Hasta el momento sólo existen indicadores que permiten deducir que se trata de Alzheimer, pero el diagnóstico certero es postmorten, es decir, que sólo con la autopsia se detectan las placas seniles formadas por la acumulación de la proteína B amiloide.
Los especialistas han estudiado durante varios años el papel del sistema olfatorio en las conductas maternal, social y alimentaria y ahora buscan lo que ocurre en el sistema olfatorio de los pacientes con Alzheimer, porque se ha demostrado que conforme las personas envejecen y pierden muchas sensaciones, una de ellas es el olfato.
Estudios recientes hechos en Estados Unidos muestran que los pacientes con Alzheimer pierden la sensibilidad a ciertos olores, mientras que personas sanas de 70 años pueden percibirlos.

PRIMERA ETAPA

En la primera etapa de la investigación, en colaboración con el Hospital Central Militar y la Clínica de Demencia del Hospital General de México, los especialistas realizarán estudios de memoria olfatoria a pacientes diagnosticados por médicos y neurólogos calificados.
Para ello se aplicarán cuestionarios a personas mayores sanas, en busca de aquellos olores con los que la población mexicana está familiarizada, como son: el aroma de las fritangas, el del jitomate cuando se está cociendo, del mentol, del café, entre otros.
Una vez seleccionados 30 de estos olores, se le presentarán al enfermo para saber hasta qué grado los percibe y si los puede identificar. La hipótesis es que la mitad de los pacientes no los podrán identificar.
Se espera que el conocimiento del umbral olfatorio permita desarrollar una prueba diagnóstica temprana que pueda formar parte de las pruebas de rutina, aplicándose preferentemente a los individuos con predisposición genética a la enfermedad.
La memoria olfatoria es de muy largo plazo, por lo que algunos olores nos ponen en contacto con diversas situaciones emocionales del pasado, aún los recuerdos traumáticos de la niñez. A esto se le llama memoria olfativa y se da mediante la conexión del bulbo olfatorio con el sistema límbico.
En los enfermos con Alzheimer este bulbo se daña y se pierde la conducción de la información, por lo que el paciente ya no reconoce ciertos olores. De ahí que el estudio de la memoria olfativa sea tan importante para el diagnóstico certero de la enfermedad.
La presencia de placas neuríticas y ovillos neurofibrilares en el hipocampo son indicadores reconocidos de la enfermedad de Alzheimer, pero éstos últimos también se encuentran en el bulbo olfatorio, pues el epitelio olfatorio es una de las primera estructuras que se dañan con este padecimiento, por lo que los enfermos pierden la sensibilidad a ciertos olores.
La investigación está enfocada a lograr que con una biopsia del epitelio olfatorio se detecte la enfermedad de manera temprana, evitando con ello las pruebas invasivas o que el diagnóstico sea postmortem.

ATENCIÓN AL ENFERMO

Debido a que la pérdida del olfato y el gusto se convierten en un problema muy serio para el enfermo, y también para los individuos sanos, se afecta en primer lugar la expectativa y calidad de vida, ya que los alimentos no tienen el sabor y olor necesarios para que los ancianos los perciban y entonces pierden el interés por comer, lo que conlleva a la desnutrición que los hace más vulnerables a otras enfermedades.
Entre las acciones preventivas para retrasar la aparición de los síntomas los especialistas recomiendan: el ejercicio, una dieta especial, neuroprotectores como la vitamina E, tratamiento con antiquelantes para atrapar los metales que se acumulan y dañan a las neuronas.
Igualmente, prescribir colínérgicos a fin de evitar la disminución del neurotransmisor acetilcolina, pérdida que ocurre con la enfermedad. Los neuroesteroides también se pueden prescribir porque tienen un efecto neuroprotector, y estos se ven disminuidos a medida que la proteína B amiloide aumenta. Este último tratamiento causa controversia igual que la terapia con estrógenos, a los cuales se les confiere un efecto protector pero también las altas concentraciones que pueden producir cáncer de mama.
En resumen, la investigación podría ayudar a cambiar el enfoque de los familiares para mejorar la alimentación de los adultos mayores.