La
primavera significa más horas de luz y, por lo tanto, movilización de hormonas
que favorecen el estado de ánimo.
Aunque
pueda parecer paradójico, esta mejoría meteorológica imprime una huella
negativa en algunas personas, en las que provoca cansancio, tristeza y falta de
energía: es la conocida como astenia primaveral, no se trata de una enfermedad,
es una adaptación del cuerpo a los cambios de temperatura y humedad.
Este
trastorno también ocurre en otoño, y se le llama depresión postvacacional. La
causa puede ser nuestro reloj circadiano, que necesita un tiempo para adaptarse
a los cambios de luz.
En
estas fechas se alargan los días, se adelanta la hora y nos acostamos más
tarde. Esto produce síntomas como tristeza, irritabilidad, falta de
concentración, menos apetito, menor deseo sexual, pero únicamente por unos
días, el tiempo que toma el cuerpo para adaptarse a la nueva circunstancia.
No
hay que «demonizar» al sol porque la vitamina D, tiene efectos positivos en el
sistema inmunológico. También en la primavera se produce vasodilatación
reduciendo la presión arterial y se liberan endorfinas actuando en el humor de
las personas.
Sin
embargo, hay que tener cuidado con esta estación, que es cuando empiezan las
primeras exposiciones al sol sin protegernos adecuadamente de la radiación.
«La
erupción solar polimorfa o erupción lumínica afecta sobre todo a mujeres
jóvenes y aparece con la primera exposición al sol. Puede presentarse en forma
de erupción, granitos, ampollas o lesiones más grandes.
Aparece
sobre todo en la zona del escote, los antebrazos, brazos y también la cara. En
días de mucho sol y países de largos inviernos, la gente se sienta en la
terraza y se puede llegar a quemar.
Ésta,
además, es la época en la que la mayoría de la plantas empiezan el proceso de
polinización, en consecuencia aumentan las alergias.
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