¿CÓMO SABER SI TU HIJO ESTÁ ESTRESADO
POR FIN DE CURSO?
Es
importante estar atento a las señales de estrés, que pueden manifestarse de
diferentes maneras según la edad:
En niños de primaria (6-12 años).
· Síntomas
físicos: Dolores de cabeza, dolores de estómago sin causa aparente, cambios
en los hábitos de sueño (insomnio, pesadillas, dormir demasiado), disminución
del apetito o comer en exceso.
· Cambios
de comportamiento: Mayor irritabilidad, llanto frecuente, regresión a
comportamientos de etapas anteriores (chuparse el dedo, mojar la cama),
dificultades para concentrarse, aislamiento social, o aumento de la
hiperactividad.
Emocionales:
Miedos intensos (a la oscuridad, a estar solo), preocupación excesiva por las tareas
o notas, o pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba.
En adolescentes (13-17 años)
· Síntomas
físicos: Fatiga, tensión muscular, cambios en el patrón de sueño y
alimentación.
· Cambios
de comportamiento: Aislamiento, menor participación en actividades
familiares o sociales, agresividad, comportamiento autodestructivo, aumento de
la asunción de riesgos, o dificultad para controlar las emociones.
Emocionales:
Tristeza intensa, preocupación excesiva, sensación de desesperanza,
cuestionamiento de la autoridad, baja autoestima, o comentarios negativos sobre
sí mismos
¿Qué pueden hacer los padres?
La
clave está en la comunicación, el apoyo y el fomento de hábitos saludables.
Aquí te dejamos algunas estrategias:
1.- Fomentar la comunicación abierta:
· Escucha
activa: Pregúntale a tu hijo cómo se siente, qué le preocupa y escucha sin
juzgar. Crea un espacio seguro donde se sienta cómodo para expresar sus
emociones. A veces, simplemente ser escuchado ya ayuda mucho.
· Preguntas
abiertas: En lugar de "¿Cómo te fue en el examen?", prueba con
"¿Qué tal tu día? ¿Aprendiste algo interesante?". Esto puede abrir la
puerta a conversaciones más profundas.
Comparte
tus experiencias: Cuéntale cómo manejas tú el estrés o situaciones difíciles.
Esto los ayudará a sentirse comprendidos y a encontrar sus propias estrategias.
2.- Promover un ambiente de apoyo y
comprensión:
· Valida
sus sentimientos: No minimices sus problemas. Lo que para un adulto puede
parecer pequeño, para un niño o adolescente puede ser una gran fuente de
estrés.
· Establece
metas realistas: Ayúdalos a fijar objetivos alcanzables y a entender que el
éxito no solo se mide por las notas. Enfatiza el esfuerzo y el aprendizaje, no
solo el resultado final.
· Elogia
el proceso: Reconoce su esfuerzo y dedicación, no solo los logros. Un
"¡Qué bien te has organizado para estudiar!" es tan importante como
un "¡Felicidades por tu buena nota!".
Evita
las comparaciones: Cada niño es único. Compararlos con hermanos o
compañeros puede dañar su autoestima y aumentar su estrés.
3.- Fomentar hábitos saludables:
· Organización
y planificación: Ayúdalos a crear un horario de estudio realista, que
incluya pausas y tiempo libre. Enséñales a priorizar tareas y a dividir los
proyectos grandes en pasos más pequeños.
· Sueño
de calidad: Asegúrate de que duerman las horas necesarias para su edad
(9-12 horas para primaria, 8-10 para secundaria). Limita el uso de pantallas
antes de dormir.
· Alimentación
balanceada: Una dieta nutritiva contribuye a mantener los niveles de
energía y la capacidad para manejar el estrés. No olvides el desayuno.
· Actividad
física: El ejercicio es un excelente liberador de estrés. Anima a tus hijos
a participar en deportes, a jugar al aire libre o a realizar cualquier
actividad que disfruten.
· Tiempo de ocio y desconexión: Es
fundamental que tengan momentos para jugar, leer, pasar tiempo con amigos o
simplemente "no hacer nada". Limita el tiempo de pantalla para que no
se convierta en una fuente adicional de estrés.
Técnicas
de relajación: Enséñales estrategias sencillas como la respiración
profunda, la meditación guiada (hay muchas apps para niños) o el mindfulness.
4.- Buscar ayuda profesional si es necesario
Si
los síntomas de estrés son persistentes, intensos, o afectan significativamente
la vida diaria de tu hijo (rendimiento escolar, relaciones sociales, estado de
ánimo general), no dudes en buscar el apoyo de un psicólogo escolar, un
terapeuta o un profesional de la salud mental.

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