UNA HISTORIA DE DIAGNOSTICO
Y
TRATAMIENTO DE ESCLERODERMIA
A
Lovette Twyman Russell la esclerodermia le dañó totalmente los pulmones y la
punta de tres de sus dedos, pero no le dañó la alegría por la vida. Para la ex
triatleta de 58 años, recibir el diagnóstico y tratamiento adecuados para esta
rara enfermedad autoinmune, que causa un crecimiento anormal del tejido
conectivo y puede dañar permanentemente las articulaciones, la piel, el
cartílago y los órganos internos, ha marcado la diferencia.
Russell
viaja regularmente desde su casa en Atlanta al Instituto de Autoinmunidad Kao y
al Programa de Esclerodermia en Cedars-Sinai, donde es paciente del director
del programa doctor Francesco Boin.
El principio:
Russell
era una esposa y madre de dos hijos activa, competía en triatlones cuando, a
los 40 años, notó por primera vez un síntoma común de esclerodermia: manos
crónicamente frías. "Cuando tomaba algo frío, sentía las manos como si
estuvieran en llamas. Eso me preocupó”, comentó Russell.
Para
proteger sus sensibles dedos, usaba guantes todo el tiempo. "Tengo tal vez
200 o 300 pares, y para mí se convirtieron en una declaración de moda. Combinan
con todo lo que uso", dijo Russell. Sin embargo, cuando comenzó a perder
cabello entendió que necesitaba tomar
medidas más serias.
Después
de dos años y visitas a varios médicos, quienes diagnosticaron de todo, desde
"estrés, causas hormonales, o que estaba únicamente en mi cabeza",
Russell finalmente se enteró que tenía esclerodermia, una condición de la que
nunca había oído hablar.
Un
amigo la recomendó ir con el doctor Boin, entonces director del programa de
investigación traslacional en el Johns Hopkins Scleroderma Center.
Ella
volaba regularmente para verlo, y cuando Boin se unió a Cedars-Sinai en 2020
para establecer el Programa de Esclerodermia, Russell comenzó a viajar a Los
Ángeles.
"Estoy
dispuesta a viajar al lugar que sé que conoce mi enfermedad mejor que cualquier
otro", dijo Russell.
Conexión médico-paciente:
Una
de las razones por las que Boin se sintió atraído por la especialidad de
esclerodermia fue la oportunidad de conectarse con pacientes como Russell.
“Realmente
podemos hacer una labor importante ayudando al paciente, tratándolo, mejorando
su condición. Todavía no tenemos una cura para esta enfermedad autoinmune.
Entonces, se convierten en pacientes de por vida. Valoro este vínculo único con
el paciente, el hecho de que nos convertimos en compañeros de caminos que a
veces pueden ser muy desafiantes”, dijo Boin.
No
muchos centros médicos en Estados Unidos tienen los recursos para crear el tipo
de programa integral que necesitan estos pacientes. Los síntomas de la
esclerodermia, que pueden ser fatales, varían de persona a persona y empeoran
con el tiempo.
“Se
necesita toda una comunidad, literalmente, para cuidar a estos pacientes”, dijo
Boin. “Para enfrentar los desafíos que esta enfermedad representa sólo en un
programa que reúne la experiencia clínica y científica necesaria”. Esto
significa reumatólogos, neumólogos, cardiólogos, cirujanos plásticos y
dermatólogos.
Las
puntas de los tres dedos de la mano derecha de Russell desarrollaron úlceras y
eventualmente tuvieron que ser amputadas. La esclerodermia también comenzó a
afectar sus pulmones. "Acababa de terminar el maratón de Honolulu, y mi
tiempo para esa carrera, aunque había estado entrenando durante nueve meses, no
fue el esperado", dijo. Russell quien dejó de correr, y cuando incluso
caminar la dejaba sin aliento, se le administró oxígeno a tiempo completo.
Prescripción: actitud
positiva:
A
pesar de todo, Russell estaba decidida a mantener una buena actitud:
"Jalando un tanque de oxígeno. Usando tacones, un vestido y guantes. Nunca
sentí vergüenza. Simplemente se convirtió en parte de mi vida, traté de
mantenerme lo más positiva posible".
En
2019, Russell recibió un trasplante de doble pulmón. Todavía toma 57 pastillas
al día para evitar el rechazo y controlar los síntomas de la esclerodermia, ha
vuelto a entrenar y planea volver a competir como triatleta en unos meses.
Mientras tanto, Russell continúa viajando regularmente a Cedars-Sinai.
"El
doctor Boin dirige un lugar que dedica dinero, energía y esfuerzo para que los
pacientes como yo vengan a consulta y no se sientan diferentes porque sus dedos
son un poco raros o la boca y la piel se ven diferentes ", dijo Russell.
"Todas las enfermeras entienden lo que uno tiene y lo que está pasando.
Los médicos entienden y saben exactamente por lo que estás pasando y cómo
ayudarte en este viaje médico y emocional".
Al
igual que la atención al paciente, un componente importante del Programa
Cedars-Sinai Scleroderma es la investigación traslacional.
"Esta
investigación comienza en la sala de examen al paciente", dijo Boin,
"y se traduce en una investigación sofisticada en el laboratorio. Hemos
incorporado médicos científicos que tienen la capacidad de evaluar a los pacientes
desde el punto de vista clínico y también para ayudarnos a responder preguntas
importantes como por qué las personas desarrollan esclerodermia y cómo podemos
detener el proceso que daña los órganos internos".
Hasta
que estas preguntas tengan respuestas, Russell tiene un consejo para sus
compañeros pacientes con esclerodermia. "Lo que he aprendido a hacer es
realmente mirar todas las cosas positivas de mi vida", dijo.
"Realmente he llegado a confiar en mi fe y mi positividad para mantenerme
en esta vida, disfrutando de todo lo que hago".
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