LANZA WWF CAMPAÑA PARA
PRESERVAR INGREDIENTES
DE LA COCINA MEXICANA A PUNTO
DE DESAPARECER
*Chefs, cocineras
tradicionales y escuelas gastronómicas se unen a la campaña “Dale chamba” para
promover el uso de ingredientes que están en riesgo y son esenciales en la
cocina del país
El Fondo Mundial para la Naturaleza
(WWF) México lanzó una campaña para promover la conservación de ingredientes
fundamentales de nuestra gastronomía que están amenazados y ponen en riesgo
platillos altamente valorados por los mexicanos.
Esto incluye a variedades de
chiles, frijoles, calabazas y jitomates, y guisados como el mole y el chile en
nogada, que podrían desaparecer, entre otros motivos, por los cambios en los
hábitos de consumo, las dificultades en su cultivo, el cambio climático y la
invasión de productos extranjeros.
La campaña “Dale chamba”cuenta
con el apoyo de cocineras tradicionales, renombrados chefs y escuelas
gastronómicas de México, quienes durante tres meses promoverán el uso de
ingredientes en riesgo u olvidados y que forman parte sustancial de platillos
emblemáticos del país.
Por ejemplo, el chile en
nogada tradicional se elabora con ingredientes como la pera de San Juan, la
manzana panochera y el durazno criollo, frutas que solo se dan en la época de
lluvias en el Altiplano Central y se consumen poco fuera de su región debido a
que no presentan características estéticas populares en supermercados.
A lo largo de la historia los
humanos se han alimentado con alrededor de siete mil especies de plantas y
otros tantos de animales; sin embargo, en la actualidad el 90% de nuestra dieta
se basa en 15 especies de vegetales y 8 de animales.
“Esto implica una pérdida para
el campo, la gastronomía y nuestra cultura, pues es sabido que la
biodiversidad, la comida, el arte y la vestimenta estan íntimamente ligados. En
México existen 364 grupos linguísticos y ello nos refiere a al menos 364
variantes culinarias. Trabajemos para conservarlas”, dijo Jorge Rickards, director
general de WWF México.
PERDIDA DE PRODUCTOS
NACIONALES
La pérdida de productos
nacionales afecta a ingredientes cuyo centro de origen y domesticación está en
México, como los chiles verdes (Capsicum annuum L.), cuyas
variedades han formado parte esencial del sistema de cultivo de la milpa que es
la base de la cocina mexicana.
“Estos chiles, ya sea secos
o frescos, han dado vida a una multiplicidad de platillos que incluyen salsas,
moles, pipianes o chiles rellenos. Sin embargo, sólo 4 de cada 10 tipos de
chiles verdes consumidos por los mexicanos, son producidos en el país. El
restante 60% viene de China”, agregó Rickards.
De igual manera, la variedad
de frijoles mexicanos está desapareciendo de las cocinas familiares. De los 150
tipos de frijol que hay en el mundo, México tiene 50 y, de ellos, solo se
cocinan menos de una decena en los hogares del país.
“Esta campaña busca que los
mexicanos tomemos conciencia del valor de la biodiversidad en nuestra
gastronomía, acudamos a los mercados y redescubramos especies que hemos olvidado, pero que
afortunadamente se han conservado gracias a productores locales y a cocineras
tradicionales que los siguen empleando. Generalmente, no
hacemos una conexión entre las extinciones masivas de fauna terrestre y marina
con la pérdida de ingredientes, platillos, sabores y memorias de nuestra dieta.
Este es un llamado a abrir nuestros ojos y paladares a ingredientes
fundamentales de la cocina mexicana que hemos dejado de emplear o están en
riesgo y que no debemos perder”, dijo Ana Laura de la Torre, vocera de la
campaña, al invitar al público a visitar la página wwf.org.mx/dalechamba
De la Torre explicó que de
agosto a octubre de este año las cocineras tradicionales oaxaqueñas Mayra
Mariscal (Cuicatlán), Celia Florián (Oaxaca de Juárez) y Reyna Mendoza
(Teotitlán del Valle), los chefs Ricardo Muñoz Zurita y Yuri de Gortari, la
youtuber Sonia Ortiz, y cinco escuelas de gastronomía compartirán en redes
sociales recetas en las que utilizan especies amenazadas e invitarán a los
estudiantes de gastronomía y al público en general a que empleen algún
ingrediente en peligro y compartan sus propias recetas bajo el hashtag
DaleChamba.
De esta forma, “Dale chamba” es un llamado a
reactivar su consumo y producción para seguir disfrutando de la rica
agrobiodiversidad nacional, que varía de estación en estación y de región en
región.
Las escuelas de gastronomía participantes son: Centro de Estudios
Superiores de San Ángel, Colegio Superior de Gastronomía, Universidad del Claustro
de Sor Juana, Universidad Panamericana y Universidad del Valle de México.
MEXICO TIENE UNA ENORME BIODIVERSIDAD
"México cuenta con una enorme biodiversidad
que desafortunadamente estamos perdiendo. Esto tiene múltiples causas pero, tal
vez, la más importante es el desconocimiento, porque ignoramos los ingredientes
que se producen en nuestro país. En mercados locales de Oaxaca o Yucatán vemos
productos con extrañeza, pensamos que los han traído de otras partes y, dado
que no sabemos qué son, no los guisamos. Eso es muy grave. Debemos revalorar,
redescubrir toda nuestra cocina comunitaria, nuestra cocina histórica basada en
los fundamentos del maíz”, comentó el chef Ricardo Muñoz Zurita.
Por su parte, el chef Yuri de Gortari dijo que la comida mexicana
tiene “su sentido ritual y festivo, su vínculo con la historia y su poderosa
unión con las diversas expresiones del patrimonio cultural y artístico de
México. Ahí su riqueza, ahí la razón por la que la comida mexicana tradicional
es un elemento imprescindible de identidad, único en el mundo. Claro,
enriquecido por la gran diversidad de ingredientes y productos que la tierra
mexicana ofrece, ya por región, ya por temporada, y por infinitas técnicas y
maneras ancestrales de prepararlos. Así nuestra gastronomía es un mosaico, un
crisol de tradiciones culturales que debemos valorar y preservar”.
En tanto, Sonia Ortiz resaltó que “para
conservar las diferentes especies que tenemos en México, debemos conocerlas,
comprarlas, aprender a cocinarlas. Si las empleamos, se seguirán cultivando y
así las protegemos. Estamos desvinculados de los alimentos, no sabemos de dónde
vienen. Debemos reconectar con el origen de nuestra comida. Hay que saber
sembrar y saber lo que cuesta para valorar los ingredientes. Eso se logra
criándolos como a un hijo: entender que tiene plagas, como un niño tiene
calenturas y gripas. También tener conciencia de que cuando tenemos un huerto,
una tercera parte se lo van a comer los animalitos. No todo es para nosotros”.
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