LAS ACTIVISTAS RURALES Y URBANAS CAMBIAN LA VIDA DE LA MUJER
Este año, el Día
Internacional de la Mujer se suma a un movimiento mundial sin precedentes
por los derechos, la igualdad y la justicia de las mujeres.
El acoso sexual, la violencia y la discriminación contra las
mujeres han acaparado los titulares y el discurso público, con una creciente
determinación a favor del cambio.
Personas de todo el mundo se están movilizando para conseguir un
futuro que sea más igualitario. Esta acción se ha manifestado en forma de
marchas y campañas mundiales, incluido el movimiento #MeToo en Estados Unidos y
sus reflejos en otros países, como protesta contra el acoso sexual y la
violencia, por ejemplo: #YoTambién en México, España y América Latina, entre
otros lugares, #QuellaVoltaChe en Italia, #BalanceTonPorc en Francia y
#Ana_kaman en los Estados Árabes; “Ni Una Menos”, una campaña contra el
feminicidio que surgió en Argentina; y tantas otras iniciativas, abordando
cuestiones que incluyen desde la igualdad salarial hasta la representación
política de las mujeres.
El Día Internacional de la
Mujer 2018 es una oportunidad para transformar este impulso en medidas para
empoderar a las mujeres de todos los entornos, rurales y urbanos, y reconocer a
las personas activistas que trabajan sin descanso para reivindicar los derechos
de las mujeres y conseguir que estas desarrollen su pleno potencial.
Haciéndose eco del tema prioritario del próximo 62º periodo de
sesiones de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, el Día
Internacional de la Mujer también presta atención a los derechos y el activismo
de las mujeres rurales, que constituyen más de una cuarta parte de la población
mundial y la mayoría del 41% de las mujeres de la fuerza laboral agrícola
mundial.
Estas mujeres cultivan las tierras y plantan semillas para
alimentar a las naciones, garantizan la seguridad alimentaria de sus
comunidades y generan resiliencia ante el clima. Sin embargo, en prácticamente
todas las medidas de desarrollo, las mujeres rurales quedan rezagadas frente a
los hombres rurales o las mujeres urbanas, como consecuencia de las
desigualdades de género y la discriminación profundamente arraigadas.
Por ejemplo, menos del de las personas de todo el mundo que poseen
tierras son mujeres, y pese a que la diferencia mundial de salario entre
mujeres y hombres se sitúa en el 23%, en las zonas rurales puede llegar hasta
el 40%. Por otro lado, carecen de infraestructuras y servicios, trabajo decente
y protección social, y se encuentran en una situación más vulnerable ante los
efectos del cambio climático.
Para materializar la promesa de los Objetivos de Desarrollo
Sostenible de no dejar a nadie atrás es preciso actuar con urgencia en
las zonas rurales para garantizar un nivel de vida adecuado, una vida sin
violencia ni prácticas nocivas para las mujeres rurales, así como su acceso a
la tierra y a los bienes productivos, la seguridad alimentaria y la nutrición,
el trabajo decente, la educación y la salud, lo que incluye la salud sexual y
reproductiva y sus derechos conexos.
Las mujeres rurales y sus organizaciones representan un potencial
enorme, y actualmente están movilizándose para reclamar sus derechos y mejorar
sus medios de vida y su bienestar.
Utilizan métodos agrícolas innovadores, crean negocios exitosos y
adquieren nuevas habilidades, luchan por sus derechos legales y se presentan
como candidatas políticas. Recientemente, en un momento en que centenares de
valientes mujeres de la industria cinematográfica, del teatro y las artes en
Estados Unidos han empezado a alzar la voz contra el acoso y las agresiones
sexuales por parte de poderosos hombres del sector, éstas han encontrado un
poderoso aliado en la Alianza Nacional de Campesinas, una organización nacional
de campesinas que conoce bien el abuso de poder.
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