EL DAÑO POR CONSUMO DE BEBIDAS AZUCARADAS LE CUESTAN MUCHO MÁS AL PAÍS QUE
LOS INGRESOS OBTENIDOS POR EL IMPUESTO
*Gracias al impuesto la población bebe
menos bebidas azucaradas disminuyó
gracias al impuesto, afirma estudio validado por expertos internacionales
*Estos productos representan el 70.3% de la ingesta diaria de azúcares añadidos en la
población mexicana
En México, cuando menos 24 mil muertes al año causa el consumo de bebidas
azucaradas, además de que es una de las principales causas de obesidad,
diabetes, enfermedades cardiovasculares y severos daños en la salud bucal.
Esto quiere decir que el alto consumo de estas bebidas representa el 70.3%
de la ingesta diaria de azúcares añadidos en la población mexicana.
Como consecuencia, la atención médica de 14 complicaciones derivadas de
cuatro grupos de enfermedades vinculadas con la obesidad, diabetes mellitus
tipo 2, enfermedades cardiovasculares, cáncer de mama y osteoartritis, generará
un gasto total en salud para el sistema público, a partir de las contribuciones
de los ciudadanos mexicanos, de entre 78 mil y 101 mil millones de pesos para
2017.
El problema grave es que este costo representa el 60-78% del presupuesto
asignado al sector salud en 2014 el cual es de 130 mil 264 millones de pesos.
De ahí que la Secretaria de Salud informó que más del 50% de los recursos
del presupuesto en salud se están destinando a atender la obesidad y sus
comorbilidades.
Por su parte, la Secretaría de Hacienda reporta que en el presupuesto de
egresos de la Federación 2015 la inversión en programas de gastos asociados al
problema de prevención del sobrepeso y obesidad ascendió a 18 mil millones de
pesos considerando desde programas como PrevenIMSS y PrevenISSSTE hasta
programas de CONAGUA.
Aunque varios de estos programas no están enfocados directamente en la
prevención, la suma total entre atención y prevención da entre 96 mil y 119 mil
millones de pesos.
Es por eso que El Poder del Consumidor reiteró las demandas presentadas por
la Alianza por la Salud Alimentaria para enfrentar la epidemia que ha colapsado
el sistema de salud pública del país.
--Aumentar el impuesto a las bebidas azucaradas del 10
al 20% con lo cual se podría tener un mayor impacto positivo en la salud de la
población mexicana.
--Eliminar el IVA al agua embotellada en envases menores
de 10 litros, con el fin de hacer económicamente más accesible el agua que las
bebidas azucaradas.
--Aplicar el recurso recaudado a la instalación de los bebederos de agua en
las escuelas con sus sistemas de purificación, a la vez que se establece un
programa integral de instalación de dispensarios de agua en espacios públicos y
privados, así como una política integral de prevención y atención.
CIFRAS ALARMANTES
Los costos económicos de la obesidad y enfermedades crónicas van más allá
del sector salud e impactan en la economía y las finanzas familiares.
Se estima que la pérdida de la productividad por muerte prematura por estas
complicaciones asociadas con la obesidad en población productiva cuesta al año
entre 73 mil a 101 mil millones de pesos.
En el 2004 los hogares mexicanos se gastaron un total de 5 mil 136 millones
de pesos para atención dental, generando gastos catastróficos en los hogares
más pobres.
Los impactos generados por el consumo de bebidas azucaradas y de alimentos
con alta densidad calórica amenazan con colapsar al sistema de salud mexicano.
Los impuestos especiales constituyen una medida utilizada para enfrentar
los costos de las externalidades negativas, entendidas como el resultado de
acciones privadas (individuales) que imponen costos a la sociedad en su
conjunto.
En 2014 la Secretaría de Hacienda y Crédito Público recaudó 18 mil 255
millones de pesos por concepto del IEPS a bebidas azucaradas sumado a 13 mil 285
millones del IEPS a alimentos no básicos con alta densidad calórica, sumando
una cifra de 31 mil 540 millones de pesos, la cual se encuentra muy por debajo
(26,5% y 33%) de lo que se gasta hoy en día en prevenir y atender los problemas
que genera el consumo de estas bebidas y alimentos.
“Se debe considerar que no están incluidos los costos de tratamiento de las
enfermedades generadas por las bebidas azucaradas que no pasan por la obesidad y
que el gasto público es raquítico frente a la dimensión del problema.
“Por ejemplo, la atención no cubre la diálisis en el Seguro Popular, tampoco
existe un tratamiento adecuado del pie diabético, ni existe atención preventiva
suficiente a la retinopatía diabética; es decir, el presupuesto ejercido está
muy por debajo del requerido.
“De igual manera, los gastos en prevención son insuficientes, están mal
aplicados y se encuentran pulverizados en programas desarticulados”, declaró
Fiorella Espinosa, investigadora de salud alimentaria de El Poder del
Consumidor.
Las bebidas azucaradas son particularmente dañinas por dos motivos
principales: primero porque promueven el consumo excesivo de calorías, no
generan saciedad ni compensación energética como lo hacen los alimentos
sólidos, y segundo porque generan cambios metabólicos que derivan en altos
niveles de colesterol y triglicéridos en la sangre.
La mayoría de las bebidas azucaradas no nutren, pero sí desplazan el
consumo de alimentos y bebidas más saludables.
CONTRA OBESIDAD Y DIABETES
Las medidas fiscales en general constituyen una de las políticas públicas
recomendadas por organismos nacionales e internacionales para enfrentar la
epidemia de obesidad y diabetes.
La Organización Mundial de la Salud ya las mencionaba desde su Estrategia Mundial sobre Régimen
Alimentario, Actividad Física y Salud en 2004.
El relator por el Derecho a la alimentación de las Naciones Unidas tras su
visita a México recomendó fuertemente esta medida, e incluso la propia
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) reiteró en
diversos documentos la necesidad de implementar dicha medida.
México destaca en el mundo por su alto consumo de refrescos, gravar con
impuestos a las bebidas azucaras se considera una medida efectiva debido al
impacto de los daños a la salud y a la economía de los mexicanos.
Los resultados preliminares del primer año de implementación de la medida
mostraron efectos positivos al concluir que en promedio, la población disminuyó
en 6% la compra de estos productos y este fenómeno aumentó a final de año hasta
llegar a 12%, sustituyéndolos en gran parte por agua simple.
Este estudio fue realizado por expertos del área de nutrición, economía y
epidemiología del Instituto Nacional de Salud Pública y del Centro de Población
de la Universidad de Carolina del Norte y contó con un Comité Asesor integrado
por reconocidos miembros de la comunidad científica nacional e internacional
como Carlos Aguilar Salinas del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición
Salvador Zubirán; Walter Willet de la Escuela de Salud Pública de Harvard;
Frank Chaloupka de la Universidad de Illinois; Corinna Hawkes de la City
University de Londres, entre otros, garantizando con ello el uso de una
metodología robusta y la ausencia de conflicto de interés.
Los resultados de este estudio contrastan con las declaraciones de la
industria de bebidas que como en el principio aseguran que el impuesto no ha
funcionado, que forma parte de su estrategia para impedir la implementación de las
medidas regulatorias en beneficio de la salud de la población.
La industria refresquera ha realizado campañas argumentando que no existe
evidencia científica de que el consumo de bebidas con contenido calórico esté
relacionado con la obesidad y la diabetes, pese a la evidencia contundente al
respecto.
La industria de bebidas y alimentos ha cuestionado las propias
recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud sobre el consumo máximo
de azúcar para proteger la salud de la población.
“No sorprende que siga insistiendo, como lo hicieron desde un principio,
que el impuesto no ha bajado el consumo de bebidas azucaradas. Continúan con
las tácticas de la industria del tabaco”, señaló Alejandro Calvillo, director
de EPC.